Santosh Kumar • Marcelo E. C. Dias • Richard Sagor Mitra

El discipulado figital:

Una respuesta a la pandemia

La pandemia de COVID-19 afectó todos los aspectos de la vida humana y dio lugar a nuevas normas de “distanciamiento social”. Uno de los resultados directos de ese aislamiento fue una gran angustia mental que afectó a aspectos cruciales de la vida y las interacciones de las personas. Tras el primer aislamiento, a mediados de marzo de 2020, India y muchos otros países tomaron varias medidas temporales para mantener a salvo a la población. Entre ellas, el cierre temporal de centros de culto y escuelas. Estas comunidades tuvieron que encontrar nuevas formas de funcionar y cumplir su misión.

El discipulado es el núcleo de la fe cristiana. La relación maestro-alumno es esencial para presentarles a Jesús, ayudarlos a confiar en Él y seguirlo. La esencia de ese proceso es enseñar todo lo que Jesús enseñó a sus discípulos y modelarlo en la vida cotidiana. El aprendizaje y el desarrollo constituyen una jornada que dura toda la vida y que se basa en las interacciones sociales.

Desde la popularización de Internet, la socialización se produce en el mundo figital,1 un espacio virtual que tiende un puente entre el mundo físico y el digital. Este modelo de interacción humana se intensificó durante la pandemia. En 2022, los autores de este artículo realizaron un estudio cuantitativo de los miembros de la iglesia adventista del séptimo día en India. Mediante un muestreo aleatorio simple, se distribuyó un cuestionario entre la población de la muestra por medios electrónicos (es decir, correo electrónico, WhatsApp y Messenger). Se registraron un total de 372 respuestas para el análisis de los datos mediante los métodos de porcentaje, media, mediana, moda y correlación. Las preguntas de investigación que guiaron este estudio fueron: ¿Cómo afectó la pandemia la interacción humana en relación con el distanciamiento social y la angustia mental? ¿Cómo afectó la religiosidad cristiana? ¿Qué respuesta misiológica permitiría hacer frente a las secuelas de la crisis y prepararse para el futuro? Aplicando las conclusiones, el estudio apoya la formación de discípulos figitales como método para afrontar el distanciamiento social durante la pandemia, la angustia mental que causó y cómo navegar en las nuevas configuraciones sociales.

La experiencia de “ver pero no tocar”

La pandemia de COVID-19 dio lugar a los mayores y más extensos episodios de aislamiento de la historia. La pandemia afectó gravemente a la humanidad, ya que el virus mortal cobró millones de vidas. El mundo entero enteró en cuarentena. La gente perdió sus vidas, sus trabajos, sus necesidades básicas, el fácil acceso a la atención médica y a la educación, y el virus causó privaciones en todos los aspectos de la vida.3 Durante esta crisis, la gente se recluyó en sus casas. Este aislamiento provocó varios problemas de salud mental e intensificó emociones negativas como la soledad, la vergüenza, la culpa y el miedo. Un artículo de Hwang et al. publicado en International Psychogeriatrics informa de que:

“Sentirse solo tiene varios efectos adversos en la salud mental. La reducción del tiempo que se pasa dormido (7% de reducción de la eficiencia del sueño) y el aumento del tiempo de vigilia tras el inicio del sueño se han relacionado con la soledad (Cacioppo et al., 2002; Fässberg et al., 2012). El aumento de los síntomas depresivos también puede deberse a la soledad, a la mala autoevaluación de la salud, al deterioro del estado funcional, a los déficits visuales y a la percepción de un cambio negativo en la calidad de vida (Lee et al., 2019). Una revisión sistemática en el riesgo de suicidio también encontró que la soledad está asociada, tanto con intentos de suicidio como con suicidios consumados entre adultos mayores (Fässberg et al., 2012). La soledad, junto con los síntomas depresivos, está relacionada con el empeoramiento de la cognición a largo plazo”.4

Además de la soledad, la vergüenza y la culpa son dos emociones distintas, desagradables y conscientes de sí mismas que la pandemia suscitó.5 La amenaza del mortal virus COVID-19 suscitó dudas, miedo y confusión en la mente de la gente.6 Esto se ha identificado como uno de los elementos que contribuyen a la privación espiritual, la percepción de que la presencia y la intervención de Dios en el mundo ya no están activas.7

A diferencia de las aves y otros animales, que son conocidos por su “territorialidad”, (un comportamiento de distanciamiento social), los humanos son más propensos a practicar el “distanciamiento físico”, limitándose a distanciarse, pero sin reclamar territorio. Sin embargo, el distanciamiento provoca aislamiento y privación de la comunicación, que han desocializado a los individuos. El miedo a lo desconocido se ha inculcado en todos, creando sospechas y “conjeturas” sobre los demás. Sikali menciona que el distanciamiento social plantea los riesgos de un mayor rechazo social, más impersonalidad e individualidad, y una pérdida de comunidad. Incide negativamente en el aprendizaje y el desarrollo e impide que las personas socialicen adecuadamente, una necesidad humana esencial. Estas medidas enviaban un poderoso mensaje psicológico: el miedo a los demás y la idea de que los miembros de la comunidad son posibles portadores de virus peligrosos y enfermedades potencialmente mortales.8

Mandy Oaklander observa que los saludos de manos son solo uno de los tipos de contacto que han desaparecido a causa de la pandemia de COVID-19.9 Los abrazos, los choques de manos, las palmaditas tentativas en la espalda, los apretones de hombros y todos los demás pequeños puntos de contacto que los humanos utilizan cuando están a menos de dos metros de distancia también se han vuelto menos comunes. Es probable que los efectos del distanciamiento social sigan sintiéndose mucho después de que la pandemia haya disminuido. En una sociedad colectivista como la de India, en la que se valora mucho el contacto humano y la gente se expresa tocándose, abrazándose, dándose la mano e incluso tocándose los pies,10 el distanciamiento social tiende a tener un mayor impacto.

Con el tiempo, la tecnología ya había facilitado el distanciamiento físico. La gente ha trabajado desde casa, ha utilizado diversas tecnologías para asistir virtualmente a la escuela, se ha mantenido en contacto con familiares y amigos, o incluso han comprado medicinas y comestibles.11 Sin embargo, las políticas de quedarse en casa aplicadas durante la pandemia llevaron a la mayor parte del mundo a adoptar la noción de “ver pero no tocar”. La pregunta sigue en pie: ¿Cómo funcionarán los seres humanos, como entes sociales, una vez finalizadas las políticas de quedarse en casa? Una vez reanudado el contacto físico, ¿seguirá existiendo el miedo al contacto con los demás?12 Las personas dependen unas de otras para muchas cosas, como la interacción, el funcionamiento y la supervivencia.

El inicio de reuniones virtuales en la educación

La pandemia de COVID-19 presentó obstáculos que hicieron necesaria una transición completa del aprendizaje y la participación convencionales en forma presencial, al aprendizaje y la participación virtuales o digitales para todos los sectores de la población. La adopción a gran escala de las reuniones virtuales en la educación se hizo esencial para mantener a maestros y alumnos conectados en medio de la crisis. En consonancia con la filosofía adventista de la educación, los líderes escolares trataron de incorporar el discipulado, que prioriza el desarrollo integral y holístico, durante este periodo de cambio. Los instructores adoptaron la tecnología como herramienta no solo para impartir información, sino también para ayudar a los alumnos a desarrollar su capacidad de razonamiento analítico y su perspicacia emocional en medio de estas difíciles circunstancias.

Mediante la aplicación práctica y eficaz de las herramientas digitales, los estudiantes podían participar virtualmente y descubrir futuras oportunidades mientras navegaban por diversas plataformas en línea diseñadas para el aprendizaje electrónico. Por lo tanto, aunque estas herramientas tecnológicas no pueden sustituir por completo el valor inherente de la participación presencial en el aula, ofrecieron vías prometedoras para aumentar los encuentros educativos durante este periodo y siguen haciéndolo al regresar al aprendizaje presencial.

Durante la pandemia, la conexión virtual ofreció esperanza: la oportunidad de ver y oír a los demás, de seguir trabajando a pesar de las condiciones y de reducir la propagación del virus. Muchas empresas también pudieron ahorrar dinero, ya que los empleados no podían viajar.13 Aunque las circunstancias inicialmente hicieron necesarias estas reuniones virtuales, este método de comunicación puede tener un valor duradero incluso después de que la situación haya vuelto a la normalidad. La adaptabilidad innata del proceso educativo y las herramientas utilizadas para facilitar la enseñanza y el aprendizaje nos permiten personalizar y tener en cuenta las necesidades complejas y dinámicas de los alumnos. Por lo tanto, “educar durante la crisis” ha abierto nuevas posibilidades en las que podemos aprovechar los recursos tecnológicos disponibles para el progreso académico ahora y a futuro.

Para muchos estudiantes, educadores y administradores educativos, la pandemia exacerbó las preocupaciones sobre el acceso a la educación e incluso las decisiones sobre la viabilidad de cursar estudios superiores y formación profesional. Según varios informes, el cierre de escuelas durante la pandemia puede haber afectado a más de mil millones de niños en todo el mundo.14 Las escuelas cerraron rápidamente, sin tiempo para planificar cómo proceder. Educadores y estudiantes tuvieron que adaptarse rápidamente a situaciones nuevas y cambiantes.15 Las reuniones y actividades educativas virtuales se generalizaron, lo que indica un cambio hacia nuevas fronteras ciberespaciales.16

Según Li y Lalani, incluso antes del COVID-19, el mercado de la tecnología educativa ya estaba aumentando. Se espera que alcance una cantidad total de mercado de $354,000 millones de dólares en 2025. Desde la COVID-19, se ha producido un aumento sustancial en la utilización de aplicaciones de idiomas, tutorías virtuales, herramientas de videoconferencia y softwares de aprendizaje en línea.17 Sherman informó en 2020 que el software de videoconferencia Zoom se multiplicó por 30 en abril, cuando la pandemia del coronavirus obligó a millones de personas a trabajar, aprender y socializar a distancia.18 Según Zippia.com, Zoom tenía 10 millones de participantes en reuniones diarias en diciembre de 2019, pero a finales de 2022, 300 millones de personas asistían a reuniones en Zoom cada día.19

Anderson, Rainie y Vogels informaron sobre una investigación en la que se pidió a 915 innovadores, creadores, líderes empresariales y políticos, investigadores y activistas que consideraran cómo sería la vida en 2025 después de la pandemia mundial. Los encuestados afirmaron que las relaciones con la tecnología se profundizarían a medida que segmentos más amplios de la población dependieran más de conexiones digitales para el trabajo, la educación, los servicios de salud, las transacciones comerciales diarias y las interacciones sociales esenciales.20

Es evidente que, aunque la capacidad de la tecnología para conectar a las personas no sea nueva, el impacto, la influencia y la implementación de un estilo de vida virtual se hicieron evidentes durante la pandemia. Casi todos los aspectos de la vida tuvieron que adaptarse a la nueva realidad durante la crisis.

Impacto del distanciamiento social en la religiosidad cristiana

El estilo de vida socialmente aislado también tuvo su impacto en la religiosidad. Los servicios de culto en línea fueron el cambio más emblemático durante la pandemia. En Estados Unidos, una encuesta señaló que, mientras que el 91% de las iglesias cerraron sus edificios al público, más del 80% de los cristianos asiduos indicaron que su iglesia ofrecía servicios por Internet o televisión, y el 57% de estos adultos veían la programación de esta forma debido a la pandemia.21 Esto incluye a los jóvenes que se quedaron en casa durante el cierre de las escuelas.

Durante la pandemia, se cerraron los centros religiosos en India y se suspendieron todas las actividades religiosas hasta que el gobierno indio publicó los Procedimientos Operativos Estándar (SOP, por sus siglas en inglés). A partir de ese momento, los servicios religiosos se llevaron a cabo siguiendo los SOP, respetando el distanciamiento social y otras normas. A pesar de las diferentes opiniones sobre el asunto, algunas iglesias en India comenzaron a celebrar cultos en línea en agosto de 2020.22 En la iglesia adventista, las congregaciones adoptaron plataformas en línea para celebrar sus servicios religiosos y otras funciones, utilizando Zoom, Google Meet y YouTube.

Estudio Cuantitativo entre Adventistas del Séptimo Día en India

Se realizó un estudio cuantitativo de los miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en India para describir el impacto del distanciamiento social en las personas y su vida espiritual. Mediante una técnica de muestreo aleatorio simple, se distribuyó un cuestionario en Google Forms entre la muestra la población por medios electrónicos (es decir, correo electrónico, WhatsApp y Messenger). El alfa de Cronbach de los 25 ítems medidos en la escala Likert de 5 puntos es de 0.841. Se registraron y analizaron un total de 371 respuestas. Las principales herramientas utilizadas fueron la media estadística descriptiva y el análisis porcentual, además del análisis de contenido cualitativo.

En cuanto a la demografía de la muestra, el 69% eran hombres, el 30% mujeres y el 0.3% no quiso revelar su sexo. Casi todos los encuestados (93%) tenían entre 18 y 36 años (el 7% eran mayores de 37 años). Además, el 83% eran solteros y el 88% no tenían hijos. Esto indica que la mayoría de los encuestados eran jóvenes (o adultos jóvenes) y solteros. Otros datos relevantes: La mayoría de los encuestados habían sido cristianos durante la mayor parte de su vida; un total del 96% eran miembros de la iglesia adventista, y el 67% dijeron que habían asistido a una escuela adventista.

Socialización limitada

A partir de las respuestas se hicieron cuatro observaciones principales, la primera relativa a la socialización limitada. El 90% de los encuestados afirmó que la estructura social había cambiado la forma de relacionarse entre la gente. Otro 63% afirmó que la pandemia había afectado las relaciones sociales con sus vecinos.

Aunque los medios sociales y otras plataformas de comunicación en línea fueron útiles durante la crisis pandémica, su capacidad para sustituir el apoyo emocional recibido de la presencia real de las personas era limitada. Maslow identificó dos necesidades que esos recursos no podían satisfacer: la necesidad de conexión social y el amor de los demás.23 Esa desconexión social da lugar a frustración, ansiedad e ira, entre otras emociones negativas, que no son beneficiosas para la salud mental.

Confianza en Dios

Una de las preguntas para los encuestados fue si la pandemia había suscitado dudas sobre la existencia de Dios o cualquier otra duda en general. Mientras que la mayoría respondió que la pandemia no suscitó ninguna duda (más del 60% del promedio), el resto de los encuestados expresó sentimientos de duda y miedo derivados de las crisis (40%). De este grupo, una porción sorprendentemente pequeña (9%) respondió asertivamente que la pandemia dio lugar a dudas sobre la existencia de Dios. La duda y la inseguridad son los primeros pasos en la formación de una brecha en una relación y pueden provocar angustia mental. En concreto, la inseguridad sobre la existencia de Dios implica que la persona se pregunta cómo puede ocurrir una pandemia así si hay un Dios que la controla. Este estado mental desemboca rápidamente en frustración y posible depresión. Es posible que el 40% que expresó sentimientos de duda y temor no tenga dudas constantes sobre la existencia de Dios, sino dudas circunstanciales debidas a la crisis. Otras encuestas han demostrado que dudar de la propia fe durante una crisis es un fenómeno muy común.24

Según Hall, “la pandemia de COVID-19 pone a prueba el bienestar espiritual de todos, ateos y creyentes por igual. . . . Las personas con problemas espirituales a menudo ya no creen que el mundo sea un lugar seguro. Pueden perder la esperanza y tener dificultades para encontrar sentido y propósito a lo que les está ocurriendo. Para una persona religiosa, esto se traduce a menudo en la pérdida de fe en un Dios amoroso y misericordioso tras presenciar un suceso trágico. Pero incluso quienes no oran a un poder superior suelen tener alguna creencia en cómo funciona el mundo, lo que les da una sensación de seguridad. Las enfermedades graves y los sucesos trágicos pueden poner en entredicho esas creencias y sumir a la persona en la confusión”.25

Las dudas y las preguntas no son necesariamente perjudiciales para el desarrollo de la fe; todo depende de cómo se aborden. Sin intervención ni apoyo, este estado de ánimo puede conducir a la frustración y a otros sentimientos negativos. Una preocupación importante es que, aunque la iglesia y las escuelas suelen ofrecer ayuda en estos momentos, esto supuso un reto para los líderes eclesiásticos y educativos durante la pandemia.

Mayor proximidad a Dios

Los datos recogidos en el estudio de los autores revelaron que esta pandemia acercó a Dios a un pequeño porcentaje de personas. Aunque pueda parecer un resultado positivo, la pregunta de seguimiento es la siguiente: ¿Por qué la gente se acercó más a Dios en tiempos tan peligrosos? La respuesta es el miedo. La pandemia creó mucho pánico en todo el mundo. No había cura para la enfermedad, las muertes eran incontables, escaseaban los recursos para mantener la vida y había incertidumbre sobre todo lo demás. La pandemia fomentó una contemplación más profunda de la vida en la mente de muchas personas.

Era esencial determinar si es concebible que las personas se sientan solas y experimenten un vacío espiritual a pesar de su percepción de tener una relación íntima con Dios. Una media del 20% en la encuesta de los autores respondió que se sentía así a pesar de haberse acercado más a Dios durante la pandemia. Los datos mostraron que las personas podían estar lejos de Dios cuando creían estar cerca de Dios, y todos estos fenómenos son estados cognitivos que conducen a la frustración y la ansiedad.

Alcance del discipulado

Las respuestas al cuestionario de los autores revelaron que los encuestados tenían grandes expectativas puestas en sus pastores como guías espirituales. Esto incluía al pastor del campus, capellanes y líderes religiosos de las escuelas. Hubo un coeficiente de correlación positivo (valor de +1.0) en cuanto a la expectativa de los encuestados de que el líder espiritual los llamara o escuchara sus problemas al menos una vez a la semana. La gente busca a los pastores y líderes espirituales como consejeros y guías en los momentos difíciles. Confían en las palabras de aliento y las promesas de la Palabra de Dios para que los ayuden a aliviar sus mentes atribuladas y a reafirmar su fe y confianza en Dios.

Los datos recogidos también revelaron un coeficiente de correlación positivo (+1.0) sobre el deseo de los encuestados de que sus amigos de la iglesia hablen con ellos y se reúnan físicamente de vez en cuando. Los estudiantes de los campus universitarios también se benefician de este tipo de interacción entre ellos y con los miembros de la comunidad.

Virtualmente, si no físicamente

Una observación central y fundamental en la encuesta de los autores fue el deseo de los encuestados de desarrollar y crecer en su relación con Dios. Aunque la pandemia ha sido frustrante y ha alejado a las personas unas de otras, el 90% de los encuestados afirmaron que querían acercarse más a Dios. Alrededor del 70% de los encuestados preferiría un servicio de culto en línea si no pudiera reunirse en una iglesia física. Este es el alcance y la oportunidad del discipulado virtual en la práctica.

Discipulado figital como respuesta misiológica

La pandemia del COVID-19 ha puesto a prueba la fe de la gente y ha dejado a los líderes religiosos con muchos retos. Según una encuesta del Pew Research Center publicada en diciembre de 2021, el 29% de los adultos estadounidenses afirmaron no tener ninguna afiliación religiosa (un aumento de 6 puntos porcentuales con respecto a 2016), y la Generación Y lidera ese cambio.26

Cada generación se caracteriza por una crisis, según los académicos. La guerra de Vietnam afectó a los Baby Boomers, la epidemia del SIDA a la Generación X y el atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001 y la crisis económica de 2008 a la Generación Y (también conocida como Millennials). Ahora, los estudiosos señalan que la pandemia del COVID-19 será definitoria para la Generación Z (los nacidos entre 1995-2012). Estas son las posibles influencias de la crisis en el desarrollo de estos jóvenes: una posición política más independiente, un sentido más acusado de la inclusión y una actitud aún más emprendedora y creativa. Por último, esta generación estará aún más interesada en el voluntariado que la Generación Y.27

Sin embargo, todo esto seguirá ocurriendo en un espacio social diferente. Los jóvenes de las generaciones Z (de 12 a 28 años) y Alpha (de 0 a 11 años) han nacido en un mundo digital. Sólo han conocido un mundo con computadoras y teléfonos celulares. La tecnología es una extensión de su forma de conocer y relacionarse con el mundo. Además, para ellos, las dimensiones presencial y virtual funcionan como una sola realidad (figital). Al fin y al cabo, las redes sociales no son solo un lugar para compartir información, sino, sobre todo, para ser social.

Una objeción común al uso de las redes sociales para el culto o el discipulado apunta a la limitación de la socialización virtual: la ausencia de contacto físico. Pero, como Mullins ha sugerido, “argumentar que la conexión personal, cara a cara, es la única forma válida de relación espiritual es argumentar que nuestra conexión espiritual con Dios, no ocurriendo cara a cara, es deficiente o de alguna manera ‘menos real’. El Espíritu de Dios trasciende el espacio y la distancia. Él es capaz de introducir Su presencia en las vidas de aquellos que lo buscan fervientemente. Un día, en el cielo, nuestra conexión con nuestro Creador será mucho mayor. Le veremos cara a cara. Pero hasta entonces, nuestra conexión con Dios es igual de real y profunda, o Él cambiaría la forma en que interactuamos con Él, porque quiere conectar íntimamente con sus hijos”.28

El discipulado exitoso en el espacio digital requiere esfuerzos intencionales para construir relaciones y mantener conexiones. Para que el discipulado en línea prospere, los discípulos digitales deben estar comprometidos y capacitados. El discipulado digital debe ir más allá de la publicación de pasajes bíblicos en plataformas de medios sociales, compartir enlaces a recursos o carteles de colores anunciando un evento o concierto. Para que el ministerio en el espacio digital tenga éxito, debe “situarse en el contexto de las vidas digitales de los jóvenes ”.29 Por lo tanto, debe haber esfuerzos planificados para construir conexiones significativas a través de conversaciones acerca de vivir como joven o adulto joven, discusiones sobre creencias y dudas, y la seguridad de que detrás de las plataformas digitales hay personas genuinas y fieles que se preocupan. Hunt subraya que “los jóvenes y otros líderes religiosos deberían considerar el espacio digital como oratorios ministeriales, lugares ilimitados en cuanto al modo de compartir las enseñanzas y las tradiciones y su basto alcance".30

Otras dos observaciones vitales: (1) la comunicación eficaz depende del lenguaje empleado y del medio utilizado para llegar a personas de distintos grupos demográficos, y (2) el discipulado supone una jornada compartida por los líderes religiosos y sus discípulos, que incluye navegar por el mundo digital.31

Las posibilidades para el discipulado en línea son casi infinitas (véase Recursos para el Discipulado Digital). Pero depende del posicionamiento estratégico de la iglesia y sus escuelas en formas que les permitan responder preguntas, proporcionar consuelo, satisfacer necesidades, empoderar a los miembros y estudiantes, apoyar a los influyentes de las redes sociales, construir comunidades digitales y mostrar el amor de Jesús de manera convincente.32

Conclusión

Se ha sugerido que la pandemia del COVID-19 no es una tormenta de nieve, sino el comienzo de una pequeña edad de hielo: “un cambio único en la vida que probablemente afectará a nuestras vidas y organizaciones durante años”.33 No hay vuelta atrás; cambio es la palabra clave. Y posiblemente el cambio más difícil para las personas sea “dejar de lado lo antes posible la confianza en su actual libro de jugadas”.34 Aunque se conserven los valores y creencias esenciales, es hora de aprovechar el potencial creativo actual para desarrollar una nueva visión.

Por un lado, durante el periodo de reclusión en COVID, muchas personas tuvieron más tiempo para retomar proyectos y aficiones olvidados, afrontar retos personales y reflexionar sobre decisiones y relaciones, incluidas las espirituales; por otro, los pastores y líderes religiosos también tuvieron la oportunidad de reflexionar sobre entendimientos eclesiásticos fundamentales. En tiempos de crisis, cuando ya no se dispone de instalaciones y comodidades, existe la posibilidad de redescubrir la verdadera esencia de los sistemas y las organizaciones. El momento es fundamental para tomar una decisión: ¿recuperar las creencias y realizar cambios significativos o preservar el statu quo?35

La pandemia del COVID-19 ha causado mucha devastación en todo el mundo. Sin embargo, una perspectiva positiva puede tratar de identificar oportunidades en ese contexto. Como la gente se vio obligada a aprender a desenvolverse en el entorno virtual en muchas dimensiones de la vida, incluida la religiosidad, tal vez esa combinación de lo físico y lo digital pueda tener un efecto duradero al proporcionar un entorno viable para un crecimiento espiritual fructífero.


Este artículo ha pasado por la revisión de pares.

Santosh Kumar

Santosh Kumar, DMiss, es Catedrático Asistente en la División de Estudios Religiosos de la Universidad Adventista Spicer (Pune, Maharashtra, India), donde también es director de Investigación y Desarrollo. Es doctor en Misiología por la Universidad de Andrews (Berrien Springs, Michigan, EE. UU.), y actualmente cursa un doctorado en Estudios Interculturales en la Universidad Internacional Trinity (Deerfield, Illinois, EE. UU.). Tras unos años de ministerio pastoral, el Dr. Kumar se dedicó a la enseñanza superior. Ha publicado artículos relacionados con las pandemias y la enseñanza y el aprendizaje en línea, ha dirigido talleres para profesores universitarios sobre la enseñanza en línea y fue coordinador en línea de la enseñanza-aprendizaje en línea para la División de Estudios Religiosos de la Universidad Adventista Spicer durante la pandemia COVID-19.

Marcelo E. C. Dias

Marcelo E. C. Dias, MBA, MPTh, PhD, es director asociado de Misión Global para la División Sudasiática en India. Anteriormente, fue profesor de Teología en la Universidad Adventista de São Paulo (São Paulo, Brasil), donde enseñó en los programas de grado y posgrado durante 12 años, y profesor honorario en la Universidad Peruana Unión (Lima, Perú), donde enseñó en el programa de posgrado. Obtuvo una Maestría en Administración de Empresas por la Universidad de La Sierra (Riverside, California, EE. UU.), una Maestría en Teología Pastoral por la UNASP (São Paulo, Brasil) y un Doctorado en misión y ministerio por el Seminario Teológico Adventista del Séptimo Día de la Universidad de Andrews (Berrien Springs, Michigan, EE. UU.). El Dr. Dias ha publicado artículos y ha sido editor de revistas denominacionales en Brasil. También dirigió el proyecto Núcleo para la Misión en Brasil y otros 16 países.

Richard Sagor Mitra

Richard Sagor Mitra, MBA, es un doctor académico independiente. Terminó sus estudios de Licenciatura y Maestría en Universidad Adventista Spicer (Pune, Maharastra, India), y actualmente cursa estudios de doctorado en Ciencias Empresariales en la Universidad Amity en Rajasthan, Jaipur, India. Sus intereses de investigación se centran en el liderazgo, la política mundial y la religión.

Citación recomendada:

Santosh Kumar, Marcelo E. C. Dias y Richard Sagor Mitra, “El discipulado figital: Una respuesta a la pandemia” Revista de Educación Adventista 85:1 (2023).

NOTAS Y REFERENCIAS

  1. Figital (físico y digital), del inglés phygital (physical and digital), se refiere a la idea de tener puentes entre el mundo digital y el físico mediante tecnología, con el objetivo final de crear experiencias interactivas. Para más información, véase Lauren Horwitz, “Phygital” (2016): https://www.techtarget.com/searchcustomerexperience/definition/phygital.
  2. Alexander Choukér and Alexander C. Stahn, “COVID-19—The Largest Isolation Study in History: The Value of Shared Learnings From Spaceflight Analogs,” NPJ Microgravity 6:32 (October 22, 2020). https://doi.org/10.1038/s41526-020-00122-8; Lora Jones, Daniele Palumbo, and David Brown, “Coronavirus: How the Pandemic Has Changed the World Economy,” BBC News (January 24, 2021): https://www.bbc.com/news/business-51706225.
  3. Santosh Kumar, “Deprivation in Education Amidst COVID-19 Pandemic Crisis,” International Journal of Creative Research Thought 9:9 (September 2021): a608. http://IJCRT21A6122.pdf.
  4. Tzung-Jeng Hwang et al., “Loneliness and Social Isolation During the COVID-19 Pandemic,” International Psychogeriatrics 32:10 (2020): 1,217. https://doi.org/10.1017/S1041610220000988; John T. Cacioppo et al., “Do Lonely Days Invade the Nights? Potential Social Modulation of Sleep Efficiency,” Psychological Science 13:4 (2002): 384-387 https://doi.org/doi:10.1111/1467-9280.00469 ; Madeleine Mellqvist Fässberg et al., “A Systematic Review of Social Factors and Suicidal Behavior in Older Adulthood,” International Journal of Environmental Research and Public Health 9:3 (2012): 722-745. https://doi.org/doi:10.3390/ijerph9030722; Ellen E. Lee et al., “High Prevalence and Adverse Health Effects of Loneliness in Community-dwelling Adults Across the Lifespan: Role of Wisdom as a Potective Factor,” International Psychogeriatrics 31:10 (2019): 1447–1462. https://doi.org/doi:10.1017/s1041610218002120.
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  7. Deborah Cornah, The Impact of Spirituality on Mental Health: A Review of the Literature (London: The Mental Health Foundation, 2006); Ilaria Coppola et al., “Spiritual Well-Being and Mental Health During the COVID-19 Pandemic in Italy,” Frontier in Psychiatry 12 (2021): 1-15. https://doi.org/10.3389/fpsyt.2021.626944; Ahmad S. Musa, David J. Pevalin, and Murad A. A. Al Khalaileh, “Spiritual Well-Being, Depression, and Stress Among Hemodialysis Patients in Jordan,” Journal of Holistic Nursing: Official Journal of the American Holistic Nurses' Association 36:4 (2018): 354–365. https://doi.org/10.1177/0898010117736686; Ozgul Ozcan, Mark Hoelterhoff, and Eleanor Wylie, “Faith and Spirituality as Psychological Coping Mechanism Among Female Aid Workers: A Qualitative Study” Journal of International Humanitarian Action 6:15 (2021): https://doi.org/10.1186/s41018-021-00100-z.
  8. Kevin Sikali, “The Dangers of Social Distancing: How COVID-19 Can Reshape Our Social Experience,” Journal of Community Psychology 48:8 (2020): 2,435–2,438. https://doi.org/10.1002/jcop.22430.
  9. Mandy Oaklander. “The Coronavirus Killed the Handshake and the Hug. What Will Replace Them?” Time (2020). https://time.com/5842469/coronavirus-handshake-social-touch/.
  10. Tocar los pies a una persona mayor es una práctica habitual en India entre la mayoría de los hindúes y entre una población distribuida de cristianos. Es un símbolo de respeto y reverencia y no está necesariamente relacionado con la adoración o la idolatría. Para más información (en inglés), véase Richa Jain, “Why Do Indians Touch the Feet of Their Elders?” Culture Trip (2022): https://theculturetrip.com/asia/india/articles/why-do-indians-touch-the-feet-of-their-elders/ and Sundar Viswam, “Touching Feet—A Misused Indian Tradition!” Times of India (2020): https://timesofindia.indiatimes.com/readersblog/mynuscript/touching-feet-a-misused-indian-tradition-27483/.
  11. Justina Alexandra Sava, “Change in Remote Work Trends Due to COVID-19 in the United States in 2020,” Statista (February 16, 2022): https://www.statista.com/statistics/1122987/change-in-remote-work-trends-after-covid-in-usa/; __________, “Time Spent Working Remotely Prior to COVID-19 2020 Worldwide,” Statista (April 7, 2022): https://www.statista.com/statistics/1220141/remote-work-prior-covid-worldwide/.
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  34. Ibid.
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