“El carácter es el diamante que raspa cualquier otra piedra”, afirmó Josephson.1 Es una afirmación que señala la preponderancia y el significado del carácter en las relaciones humanas.

La edificación del carácter ha llegado a ser sin duda una importante cuestión educativa contemporánea en el mundo educación general, según lo indican obras y publicaciones reconocidas como Fortalezas y virtudes de carácter: Un manual y clasificación2;

La educación moral y el método CHARACTERplus3 y Determinación: El poder de la pasión y la perseverancia.4

El educador y filósofo George Knight percibe la edificación del carácter como el cometido de la educación cristiana, y afirma que es parte fundamental de la razón de ser de las instituciones educativas cristianas al “contar la metanarrativa bíblica”.5 Por supuesto, la tarea de la formación del carácter se toma en serio y se refleja en el contenido de un prospecto (que apunta a padres y tutores) que es típico de muchas escuelas religiosas cristianas de Australia:

“El desarrollo del carácter es fundamental en nuestra búsqueda de excelencia académica y es el centro mismo de nuestra enseñanza y atención pastoral […]. Actuamos de manera deliberada, con una visión integral de la educación cristiana que ve la comunidad, el plan de estudios, el carácter y los sistemas como vinculados inseparablemente”.6

Debido a los objetivos expresados anteriormente, que incluyen el desarrollo del carácter, se espera que los docentes lleguen a ser modelos fundamentales e indispensables en esas instituciones.

Después de este preámbulo, resulta apropiado, ahora, presentar a dos escritores cristianos: Rick Warren y Ellen G. White, para entonces proceder a examinar y enfocarnos en lo que cada uno de ellos ha escrito sobre diferentes aspectos del desarrollo del carácter, que puedan ser relevantes para una amplia audiencia.

Trasfondo y contexto

Aunque las vidas de Warren y White (1954–… y 1827–1915) no se cruzaron, tienen mucho en común. Sus perspectivas teológicas, trasfondos y experiencias de vida comparten de varias maneras ciertos contornos.

Con raíces en Norteamérica —Rick Warren en el oeste (California), y Elena G. White en el este (Portland, Maine)– ambos fueron cofundadores de su iglesia/grupos religiosos. La megaiglesia Saddleback afiliada a los bautistas del sur cuenta con una feligresía de más de veinte mil miembros, después de un comienzo humilde y desfavorable en 1980, mientras que el grupo original e insignificante de creyentes cristianos adventistas [milleritas] de White (organizado oficialmente en 1863 como Iglesia Adventista del Séptimo Día) ha crecido mundialmente hasta superar los veinte millones de miembros

Los dos escritores han sido publicados ampliamente, por lo que son influyentes y exitosos. El libro The Purpose Driven Church [Una iglesia con propósito]7 ha sido traducido a veinte idiomas y junto con su succesor, The Purpose Driven Life [Una vida con propósito],8 han vendido millones de ejemplares. De manera similar, decenas de millones de El camino a Cristo9 de Elena G. White aún están en circulación. El pequeño libro basado en la vida cristiana ha sido traducido a 165 idiomas. Las obras prolíficas de White (más de cinco mil artículos y casi treinta libros) y los voluminosos artículos de revista y folletos incluyen la serie El Conflicto de los Siglos, cuyo eje central es el libro El Deseado de todas las gentes, una obra clásica sobre la vida de Cristo.

En sus propios marcos temporales, ni Rick ni Elena, en puestos de liderazgo, han sido extraños a la crítica o la difamación (aunque por diferentes razones), y cada uno ha tenido que enfrentar tragedias familiares (ambos perdieron un hijo pequeño en circunstancias angustiantes) y experimentaron problemas personales recurrentes de salud que impactaron sus vidas.

Hay también un número de percepciones teológicas compartidas, que pueden “destilarse” de sus obras publicadas, algo que no debería pasar desapercibido. Algunas de ellas pueden ser resumidas de la siguiente manera:

  • creer que toda la Escritura es inspirada por Dios;
  • adherir a una comprensión arminiana del evangelio, es decir, que la voluntad humana libre responde por fe y coopera con Dios en la salvación (a diferencia de la predestinación);
  • sostener la doctrina bíblica de la Reforma de la justificación por fe en Cristo;
  • comprometerse a una concepción trinitaria de Dios;
  • demostrar una pasión misionera por comunicar y esparcir el evangelio;
  • defender el bautismo del creyente por inmersión en el agua;
  • profesar la segunda venida literal de Cristo;
  • edificar y apoyar comunidades de fe que exhiben orden, estructura y flexibilidad;
  • mostrar una inclinación hacia el orden, la planificación y la disciplina, no como un fin en sí mismo sino para la enseñanza y el progreso del evangelio.

Además de ello, como cristianos creyentes y practicantes, los dos sostienen algunas perspectivas interesantes sobre el desarrollo del carácter y su importancia en la vida cristiana. Antes de examinar y discutir estas perspectivas, es un prerrequisito definir el concepto de carácter según lo describen académicos, éticos, publicaciones de educación moral, educadores cristianos y las Escrituras.

La edificación del carácter ha llegado a ser sin duda una importante cuestión educativa contemporánea en el mundo educación general.

Carácter: Qué es y qué no es

En una entrevista, Angela Duckworth, profesora y gerente general de Character Lab, describe el carácter como “todas las cosas que usted suele hacer, pensar, decir y sentir que son buenas para los demás y para usted”.10 Ella ve el desarrollo del carácter como un proyecto de toda la vida, y hace una distinción entre valores y carácter. Por ejemplo, uno puede valorar la generosidad, pero no necesariamente ser una persona generosa.

Los académicos Marshall, Caldwell y Foster perciben el (buen) carácter como un concepto complejo y multifacético. Ellos sostienen, como parte de su enfoque CHARACTERplus Way® de la educación moral, que se extiende más allá de la demostración de “una bolsa mixta de virtudes”,11 hacia a una de las aplicaciones perceptivas de virtudes para el bien general, sin importar las recompensas extrínsecas; a veces ante objetivos contradictorios y dilemas de valores, siendo capaces de emplear un razonamiento agudo y habilidades analíticas. Más adelante en el artículo diremos más sobre esta percepción, en relación con Warren y White.

Timpe, en The Internet Encyclopedia of Philosophy, sostiene: “El tipo de persona que somos está constituido por nuestro carácter; el vínculo entre el carácter moral y la virtud está claro. Podemos pensar en el carácter moral como primariamente una función de saber si la persona tiene o carece de virtudes o vicios morales”.12

Lamentablemente, el carácter suele ser entendido como meramente referido a la personalidad. Un caso específico fue el informe del periodista deportivo Tracey Holmes durante los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing. Cuando se le pidió al padre del esquiador de snowboard Ayumu Hirano que explicara el extraordinario éxito de su hijo, él dijo: “Lo más importante del mundo es la personalidad”.13 A menos que esa exactitud se haya perdido al traducirse lo que dijo, la visión expresada es por lo general débil.

Al escribir desde una perspectiva cristiana, el ético Wayne Grudem define el carácter en términos de rasgos y virtudes de carácter, como “disposiciones habituales que llevan a actuar, sentir, responder y pensar de maneras moralmente buenas”.14 Para los cristianos, el bien corresponde a las normas morales que se encuentran en la ley de Dios y una reflexión de su carácter según se revela en las Escrituras, el cual también está escrito (aun si se percibe de manera imperfecta) en los corazones y conciencias de las personas.15 Como consecuencia, responder de malas maneras morales lleva a rasgos negativos de carácter, es decir, a vicios.

Knight va aún más allá, confrontando a sus lectores con una afirmación provocativa: “el verdadero carácter puede ser desarrollado tan solo en el cristiano que nace de nuevo. El desarrollo del carácter fuera de esa experiencia puede ser buen humanismo, o aun buen fariseísmo, pero no es congruente con el modelo cristiano”.16 En la visión de Knight, “llevar a los jóvenes a una relación de salvación con Jesucristo y servicio a Dios y a otras personas, tanto aquí como en el más allá”,17 constituye un auténtico desarrollo del carácter que también incluye el desarrollo de una mente cristiana, responsabilidad social, salud física y desarrollo para el mundo laboral. En el paradigma de Knight, la educación cristiana debería estar asociada con la salvación de los estudiantes, donde los docentes son comprometidos seguidores de Cristo y agentes activos para traer a sus estudiantes a la unión con Dios.”18

Es digno de destacar que el Nuevo Testamento formula varias referencias específicas al carácter.

“Tito, en cuanto a ti, fomenta la clase de vida que refleje la sana enseñanza. Enseña a los hombres mayores a ejercitar el control propio, a ser dignos de respeto y a vivir sabiamente. Deben tener una fe sólida y estar llenos de amor y paciencia” (Tito 2:1, NTV).19

“También nos alegramos al enfrentar pruebas y dificultades porque sabemos que nos ayudan a desarrollar resistencia. Y la resistencia desarrolla firmeza de carácter, y el carácter fortalece nuestra esperanza segura de salvación” (Romanos 5: 3, 4, NTV).20

“Ninguna disciplina resulta agradable a la hora de recibirla. Al contrario, ¡es dolorosa! Pero después, produce la apacible cosecha de una vida recta para los que han sido entrenados por ella” (Hebreos 12:11, NTV).21

“Esa misma Buena Noticia que llegó a ustedes ahora corre por todo el mundo. Da fruto en todas partes mediante el cambio de vida que produce, así como les cambió la vida a ustedes desde el día que oyeron y entendieron por primera vez la verdad de la maravillosa gracia de Dios” (Colosenses 1:6, NTV).22

¿Qué puede deducirse de las declaraciones inspiradas del apóstol Pablo sobre el carácter cristiano (y por implicación, “bueno”), que se destaca más arriba? En primer lugar, desde una perspectiva bíblica, es algo honorable y deseable. En segundo, el carácter, sea bueno o malo, no viene con nuestro ADN cuando nacemos, sino que se desarrolla. Adicionalmente, el buen carácter no se logra fácil o rápidamente, porque implica luchar para producir cambios en nuestra conducta humana que no son temporales en nuestra conducta humana, sino que son estables y perduran en el tiempo. En tercer lugar, la formación del carácter está vinculada a la conducta, a nuestras acciones. En cuarto lugar, “el fruto de la bondad real” señala que el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23) es un ingrediente básico del carácter cristiano, cuando los creyentes escogen llevar una vida que tiene el poder del Espíritu Santo y es transformada (Romanos 12:2). La metáfora del fruto también nos recuerda cuando Jesús se preguntó si un árbol malo puede producir buenos frutos, y viceversa (Lucas 6:43, 44).

Para este artículo, ¿qué pasos se dieron para obtener las perspectivas y comprensiones de Warren y White sobre el carácter?

Las percepciones de los autores

Para evaluar sus percepciones, se han tomado declaraciones sobre aspectos específicos relacionados con el carácter de las principales obras de Warren y White. Con una visión en su potencial coincidencia, fueron arreglados en formato de tabla. Al examinar las citas de la Tabla 1 (en la discusión que sigue, todos los párrafos numerados citados, por ejemplo, 1, 2, 3a, etc. se refieren a la Tabla 1), y teniendo en cuenta el conjunto de versículos bíblicos citados más arriba, quedaron en evidencia varias características:

La significación del carácter

Tanto Warren como White reconocen la importancia que se da al carácter en las Escrituras. En realidad, la importancia del carácter va desde la desconfianza de Adán y Eva, en los primeros capítulos del libro de Génesis, a la sentencia pronunciada sobre los que no se arrepintieron, en el capítulo final de Apocalipsis. Por el contrario, su importancia positiva se extiende de Enoc y Noé, dos que “caminaron con Dios” (Génesis 5:24; 6:9), a los que cumplen los preceptos de Dios al final de las Escrituras (Apocalipsis 22:14).

La descripción que hace Jesús del juicio en Mateo 25 destaca que los rasgos de carácter influyen sobre nuestra salvación –no en que tienen algún mérito salvífico de por sí, sino en que reflejan el amor y la gracia inmensurables, infalibles que Dios ha extendido a la humanidad. Asimismo, que los actos o virtudes de la respuesta humana revelan la vida auténtica de conformidad con el Gran Mandamiento de Mateo 22:36-40.

Las declaraciones de los escritores (Tabla 1, 1) no dejan duda alguna en el lector sobre sus visiones paralelas con respecto a la prioridad que se da al desarrollo del carácter en la educación cristiana. El filósofo de la educación George Knight23 también enfatiza esta significación, al referirse a los docentes cristianos como “agentes de reconciliación” (siguiendo el ejemplo de Cristo). Para estos docentes, el desarrollo del carácter en los estudiantes es un gran objetivo del ministerio docente, dado que su prioridad educativa no es informar o conformar sino transformar.

Resulta de interés que un énfasis en el desarrollo del carácter, en particular en las escuelas religiosas cristianas, está a la altura de las expectativas y aprecio percibidos por los padres. Para en nuevo siglo, Buckingham24 nombró los valores y la disciplina como factores contribuyentes en la elección por parte de los padres de las escuelas no públicas. De manera similar, la investigación de Justins y Sauber halló que “los padres involucrados en Christian Parent Controlled Schools (Escuelas Cristianas Controladas por los Padres), envían a sus hijos mayormente por propósitos que coinciden con sus creencias y forma de vida cristianas” (p. 8).25 Dos décadas después, Spencer nota un incremento del 14 por ciento en el número de la matrícula entre 2021-2022 en las Escuelas Cristianas de Australia (ECA), por sobre el 9 por ciento de aumento del año anterior, como parte de una tendencia a largo plazo. Aunque puede haber diversas razones para que los padres escojan las instituciones ECA, Spencer concluye, “existe claramente un fuerte deseo de una educación edificada sobre valores y creencias sólidos y explícitos […] y el deseo es continuar creciendo”.26

Aun los padres sin afiliación religiosa reconocen cada vez más que las virtudes y los valores morales son elementos fundamentales del desarrollo del carácter y desean que estos sean parte de la educación formal de sus hijos. Esto puede deberse, hasta cierto punto, al crecimiento continuo y a largo plazo de las matriculaciones, también en las Escuelas Independientes (EIA),27 que son parte general del sector de escuelas australianas no públicas. Las EIA quedan suelen caracterizarse por su énfasis educacional en la competencia, el conservadurismo y el carácter.

¿Cuáles cualidades de carácter?

No es sorprendente que ninguno de los dos autores menciona fuentes o textos seculares sobre el carácter, a saber, sobre su composición, desarrollo o importancia. Su énfasis es completamente bíblico. El amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gálatas 5:22, 23), son considerados como las cualidades de carácter más deseables; siendo el fruto del Espíritu (Tabla 1, 2), del cual muchas otras virtudes constituyen subconjuntos o derivaciones.

Si bien los esfuerzos personales propios contribuyen al desarrollo del carácter, para el creyente cristiano, esas cualidades tienen su fuente y fundamento en Dios. En efecto, se puede argumentar que toda bondad, independientemente de quién la exhiba (incluidos los incrédulos), tiene sus raíces en el Dios Creador, porque los seres humanos por sí mismos, son incapaces de engendrarla (Isaías 64:6). Los discípulos de Jesús fueron motivados a seguir sus pasos.

La perpetuidad del buen carácter

Lo sorprendente acerca de ambas declaraciones 3a, en la Tabla 1, es que el carácter centrado en Cristo es la única “posesión” que los mortales pueden llevar a la eternidad; apoyados en las siguientes afirmaciones:

  • La declaración del apóstol Pablo: “Porque nada hemos traído a este mundo y, sin duda, nada podremos sacar” (1 Timoteo 6:7);
  • El reconocimiento agonizante de Job: “Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo he de partir” (Job 1: 21, NVI);28 y
  • La conclusión de Salomón: “Tal como salió del vientre de su madre, así se irá: desnudo como vino al mundo y sin llevarse el fruto de tanto trabajo” (Eclesiastés 5:15, NVI).29

Sin embargo, la parábola de Jesús del rico insensato (Lucas 12:16-21, 33), y la secuela inmediata para beneficio de sus discípulos, diferencian entre las posesiones materiales y un tesoro duradero e incorpóreo en el cielo, seguro de toda amenaza familiar sobre la tierra. Ese tesoro, afirmarían Warren y White, es más que una metáfora; es la esencia de nuestro ser, nuestra huella espiritual o ADN; más específicamente, el carácter.

Las declaraciones 3b en la Tabla 1 afirman la conexión entre la vida presente y la futura, donde el carácter es un vínculo significativo. Se recuerda a los líderes de la declaración de Cristo: “Yo soy la resurrección y la vida” (Juan 11:25), la que es anticipada por la sólida convicción de Marta: “Yo sé que [Lázaro] resucitará en el día final” (Juan 11:24, NVI). Las Escrituras no nos brindan los detalles del proceso de esa “transferencia” del carácter. Sin embargo, al momento de la muerte, el “aliento” de Dios que da vida (Génesis 2:7) retorna al Dador, junto con nuestro “ADN espiritual”, para reunirse con nuestros cuerpos resucitados, transformados y perfeccionados en Cristo, con el tiempo y las circunstancias que describe 1 Tesalonicenses 4:13-17 y 1 Corintios 15:52; que aún tienen que suceder y nosotros comprender plenamente.

El carácter y la conducta

No hacer lo que decimos, suele ser la crítica a algunas de las figuras públicas actuales, sean políticos, empresarios, celebridades y grandes del deporte. En la última categoría, por mencionar un ejemplo reciente, un expiragüista olímpico y su hermano menor fueron sentenciados a 28 y 25 años de cárcel, respectivamente, por tratar de contrabandear, según las estimaciones, 200 millones de dólares de cocaína a Australia.30 El incumplimiento de promesas y de normas de conducta se está convirtiendo cada vez más en una práctica aceptable y habitual, con la consiguiente compartimentación de la vida privada y la vida pública, como si pudieran extraerse dos tipos distintos de agua de la misma fuente.

Como lo indican las Declaraciones 4, Warren y White concuerdan en que para los cristianos, en particular, no debería haber brecha alguna entre las palabras y los hechos. Las buenas intenciones o la retórica excelsa son insuficientes, mientras que el consentimiento sin acción suele ser falta de sinceridad o, peor aún, hipocresía, para la cual, en cuestiones espirituales, Jesús reservó repetidamente su crítica más enérgica.

Los hábitos y el carácter

Otra área de coincidencia es el papel de los hábitos en la formación del carácter, según lo indican las Declaraciones 5a y 5b. Se considera a los hábitos como patrones de conducta de pensamiento, acción o sentimiento que han llegado a estar establecidos a lo largo del tiempo, por medio de la repetición frecuente.

Las referencias de Warren y White con respecto al nexo que existe entre los hábitos y el carácter asumen un contexto moral. Esto excluye costumbres y rutinas tales como olfatear, o morderse las uñas, o cepillarse los dientes después de comer, o hacer una lista de las tareas para el día, entre otras actividades. Más bien se refiere a la deshonestidad habitual, la arrogancia, la conducta abusiva, o los chismes maliciosos en Twitter, cuando esas conductas se convierten en la “segunda naturaleza” de un individuo. Jesús toca este tema al enseñar a sus discípulos cuando dijo: “

“Porque de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad” (Marcos 7:21, 22, NVI).31 ¿Cómo se llega a un punto tan bajo?

El carácter, según los autores, no queda establecido por un solo acto significativo, sino por una multiplicidad de acciones y conductas menores (véase las declaraciones 5a). A su vez, las acciones son anticipadas por patrones de pensamiento que llevan a conductas distintivas. De allí el consejo del apóstol Pablo a los creyentes de Filipos, diciéndoles que piensen en todo lo verdadero, respetable, justo, puro, amable y digno de admiración porque, como lo expresa Proverbios 23:7, “porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”.

El carácter es percibido como un edificio construido “bloque a bloque”, lo que con el tiempo resulta en virtudes o vicios; en bien o mal. Más aún, esa edificación es intencional, no fortuita. Lleva tiempo, práctica y repetición, antes de que se vuelva permanente y parte de nuestro ser real.

Un factor determinante del carácter

“El desarrollo del carácter siempre incluye una elección”, declara Warren,32 que es preanunciada por la declaración de White: “Sin libre albedrío […] no habría sido posible el desarrollo de su carácter”33 (Tabla 1, 6). La declaración de Génesis 2:16, 17: “Puedes comer libremente del fruto de cualquier árbol del huerto, excepto del árbol del conocimiento del bien y del mal” (NTV), ilustra claramente que la libertad de elección dentro de límites claros (a diferencia de una conducta “programada”) ha sido el privilegio inmemorable de los seres humanos. Por ello, ninguno de los dos escritores subscribe a la predestinación, sino que cada uno defiende el libre albedrío de responder a la oferta inmerecida de salvación de Dios.

Al tomar decisiones, sopesamos las alternativas. La calidad de nuestras elecciones morales y espirituales tiene consecuencias eternas que se ven muy claramente en las Escrituras; por ejemplo, en las vidas de Rut, Absalón, Judas, Zaqueo, la mujer samaritana, y el carcelero de Filipos. Asimismo, como se mencionó anteriormente, cuando nuestras elecciones morales repetidas se tornan habituales, cuando sopesar las alternativas ya no es necesario, ellas forman parte de nuestro carácter, y quiénes somos.

Sin embargo, en lo que respecta a las decisiones, los cristianos no deberían llegar a ser autosuficientes; no hay lugar para el orgullo. Se desafía a los creyentes para que reclamen la promesa de Cristo: “No los abandonaré como a huérfanos; vendré a ustedes […]. Y yo los amaré y me daré a conocer a cada uno de ellos” (Juan 14:18, 21, NTV).34 Esa promesa se aplica no solo a asuntos espirituales sino también a nuestra vida diaria, guiada por el Espíritu. De allí que uno siempre puede aprovechar la orientación divina en situaciones de perplejidad. La Providencia Divina, por medio del Espíritu, puede usar diversos medios para dirigirnos, lo que incluye la claridad de pensamiento, versículos de las Escrituras, amigos de confianza, consejos pastorales o ayuda profesional, para hacer frente a cualquier circunstancia que tengamos que enfrentar.

Problemas del desarrollo del carácter

Tanto White como Warren desarrollan lo que expresó el apóstol Pablo, quien evoca la analogía de una carrera (1 Corintios 9:25, Hebreos 12:1) y el entrenamiento atlético y la autodisciplina que se necesitan, para describir su visión del desarrollo del carácter. El apóstol admite prontamente de sus propias luchas con la formación del carácter en su carta a los creyentes de Roma (Romanos 7:15-19).

Junto con Pablo, los dos autores (véase Tabla 1, 7) perciben el desarrollo del carácter para el cristiano como una batalla constante contra el yo. Al describir el fruto del Espíritu en Gálatas 5:22, 23, resulta instructivo notar que en algunas versiones, el término “temperancia” es traducido como “dominio propio”. De allí que el desarrollo del carácter no se percibe como algo que nos “pasa”. No es una experiencia pasiva, sino un proceso activo en nosotros; es algo dinámico que incluye las elecciones, la voluntad, y que requiere decisiones —incluso en medio de pruebas, agitación y tentaciones— en el contexto de: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).35 Pero los creyentes aún tendrían que enfrentar algunas experiencias de fuego en “la fragua de la vida” antes de que la belleza del artefacto terminado por el Alfarero Divino se haga realidad.

Debería destacarse en este punto que Warren y White ven el desarrollo del carácter desde un ángulo de cristianismo práctico y fundacional (como un emprendimiento de fe motivado por la acción del Espíritu, donde Cristo es la encarnación por excelencia del buen carácter), en lugar de mirarlo mediante un lente teórico y académico. Los dos autores se enfocan principios y fundamentos del buen carácter para la edificación de sus audiencias. Por ello, enfatizan la significación eterna del desarrollo del carácter, la contribución de los hábitos, la toma de decisiones buenas y nobles, la conducta que confirma la exhortación, mientras que reconoce las luchas diarias inherentes a este proyecto humano de grandes desafíos.

Marshall, Caldwell and Foster,36 adhieren a un enfoque mucho más complejo y académico en su modelo de educación CHARACTERplus Way®. En una plataforma secular, presentan un programa completo de educación del carácter para escuelas primarias y secundarias que abarca a toda la escuela y está integrado al plan de estudios, lo que incluye elementos específicos, contenidos y procesos pedagógicos, adaptados de varias fuentes. Si se extendiera hasta su extremo lógico, el tipo ideal de desarrollo del carácter sugerido por este modelo incorporaría el crecimiento del estudiante hacia estados idealizados del ser, de manera específica en:

  • autorrealización (actuar de manera consecuente según un sistema internalizado de creencias), como parte de la jerarquía de necesidades de Maslow;37
  • integridad (una reflexión en el estado del fin de la vida que se acepta plenamente), una característica de los estados de desarrollo psicosocial de Erikson;38
  • universalización de la fe (es decir, los sistemas personales de significado del individuo) en Fowler,39 o de manera similar, una orientación universal en principios éticos en los estados de desarrollo moral de Kohlberg;40
  • caracterización (es decir, internalizar los valores y actuar de manera consecuente sobre esa base), como en el dominio afectivo de Krathwohl, Blooms y Masia, una sección de su taxonomía de los objetivos educacionales.41

En comparación, los “proyectos de carácter” de Warren y White probablemente se encuadran en la categoría de extrema simpleza. La modestia comparativa de los proyectos, que apuntan a una audiencia diferente, proyecta una poderosa cosmovisión bíblica sobre la transformación de la conducta humana. A la vez, al hablar proféticamente (1 Corintios 14:3), es decir, prediciendo, y en calidad de enseñanza pastoral, los autores edifican, animan y consuelan con el propósito de ver vidas cambiadas siguiendo el modelo de Cristo. Warren y White están de esta manera involucrados claramente en un proyecto de fe y gracia, a diferencia de la iniciativa secular que no se enfoca en las virtudes bíblicas y que apunta a enseñar conductas éticas para desarrollar un buen carácter, mediante un plan de estudios formal que abarque a toda una institución educativa.

Conclusiones

Al efectuar una revisión, resulta sorprendente que Warren y White aparecen como compañeros de peregrinaje. Es evidente que poseen una perspectiva sorprendentemente similar sobre el desarrollo del carácter cristiano, según los textos incluidos en la tabla y los temas que cubrimos en este artículo. De parte de los autores, existe una coincidencia particularizada —en lugar de una exhibición de puntos de vista denominacionales diferenciados— a pesar de sus contrastantes niveles de educación formal. Warren posee un doctorado en Ministerio de la Universidad Fuller, mientras que White se educó por su cuenta, sin haber ido más allá de una educación elemental. A pesar de ello, comunican un mensaje mutuo. Esto hace que surja una pregunta interesante e importante: ¿Por qué esta similitud de perspectivas?

Dado el trasfondo, la historia y la forma de actuar de Warren, es sumamente improbable (aunque no imposible) que haya leído parte de las obras de White o que posea una mentalidad teológica basada en el siglo XIX. Por ello, hay que mirar hacia otro lado para explicar esas similitudes.

En un principio, uno debería enfocarse en la parte que juegan las Escrituras. Ambos escritores se dedican extensivamente a escudriñarla. Aunque en la Tabla 1 no hay citas bíblicas directas, puede sentirse profundamente la influencia de las Escrituras. Ninguno de los dos se refiere específicamente a su método de interpretar las Escrituras; el enfoque que asumen no difiere del uso del Cuadrilátero de Wesley: una variedad de herramientas de reflexión teológica, a saber, las Escrituras, la tradición, la experiencia y la razón. Una progresión de este enfoque es lo que los teólogos actuales denominan el método histórico-gramático: una hermenéutica que toma en cuenta diversos aspectos: por ejemplo, la intención del autor, el lenguaje, el contexto, la cultura, etc., para llegar a una interpretación fiel del texto. Además de ello, Warren y White están escribiendo sobre principios eternos articulados en los escritos sagrados. Se afirma que la aceptación de esos principios constantes, cuando va acompañada de un enfoque similar de interpretar el texto de las Escrituras, comparte puntos de vista que resultaría en un flujo efecto derivado compuestos según se considera más abajo.

En segundo lugar, interpretar fielmente el texto de las Escrituras lleva a una comprensión de la importancia de la gracia en el desarrollo del carácter cristiano. También señala inevitablemente a la centralidad en Cristo en el desarrollo del carácter, en la vida de los creyentes cristianos. No somos “arquitectos” de nuestros propios caracteres, como lo creen y señalan Warren y White, a pesar del papel de la autodeterminación, nuestro aporte personal y la cooperación con Cristo.

Es importante también que ninguna medida del desarrollo de nuestro carácter debe ser concebida como merito a la salvación, porque es un don totalmente gratuito. El autor de un himno resume este punto de vista correctamente: “En Cristo, la roca sólida, estoy; todo lo demás es arena zozobrante”.42 Por ello, en la formación del carácter, Warren y White ven la dependencia de Cristo como algo primordial; ambos se enfocan plenamente en ÉL. El corolario de su creencia mutua en la justificación por la fe solo en Cristo, junto con el compromiso concomitante para la santificación (según lo señalan las declaraciones 2 y 4), representa una visión armonizada de la práctica y el estilo de vida cristianos, que se extiende hacia el desarrollo del carácter.

El carácter es percibido como un edificio construido “bloque a bloque”, que con el tiempo resulta en virtudes o vicios; en bien o mal. Más aún, esa edificación es intencional, no fortuita. Lleva tiempo, práctica y repetición, antes de que se vuelva permanente y parte de nuestro ser real […]. El desarrollo del carácter no se percibe como algo que nos “pasa”. No es una experiencia pasiva, sino un proceso activo en nosotros; es algo dinámico que incluye el poder de elegir, de tomar desiciones y desarrolar la voluntad.

En tercer lugar, se puede inferir de las declaraciones en la Tabla 1 y como un derivado de la orientación de los autores hacia las Escrituras que ellos entienden que los seres humanos fueron creados a imagen de Dios: la imago Dei (Génesis 1:27). Se percibe a los seres humanos como creados para portar esa imagen, teniendo el inmenso potencial de reflejar la naturaleza de Dios en su esencial moral, espiritual, relacional, creativa e intelectual. La asombrosa implicación y resultado del acto original de Dios de la creación de los seres humanos, se vuelve totalmente clara a la luz de una declaración hecha recientemente por la Academia New Scientist sobre el cerebro humano,43 “La cabeza humana contiene el objeto más complejo del universo”.

Más aun, la perspectiva de Warren y White sobre el desarrollo del carácter, en esencia, difiere de un punto de vista secular, no solo porque posee una dimensión espiritual, moral y eterna distintiva, sino que es una iniciativa impulsada por Cristo y el Espíritu Santo, en lugar de ser un emprendimiento humano autoconstruido.

En cuarto lugar, otro rasgo común ya destacado, es el esfuerzo y el tiempo que toma desarrollar un carácter semejante al de Cristo. Este se desarrolla, como los diamantes que se obtienen a partir del carbono sometido a bajo presión. Esto no se deduce solo de la vida de los discípulos originales de Cristo sino también en sus homólogos actuales. Warren y White se identifican con todos los creyentes que luchan con la santificación; nuestra necesidad y voluntad de ser hechos santos —separados— por Dios, como una respuesta de amor al sacrificio de salvación de Cristo.

Es muy probable que, en su propia travesía cristiana, tanto Warren como White hayan experimentado profundamente la realidad del adagio: “Dios conforta a los afligidos y aflige a los confortados”; conduciéndolos, una vez más, a compartir perspectivas, el producto de experiencias similares.

Después de describir algunas razones que enfatizan la sorpresiva perspectiva compartida de Warren y White sobre el desarrollo del carácter cristiano, uno podría concluir con seguridad de que también declararían juntamente con el apóstol Pablo: “Dios empezó el buen trabajo en ustedes, y estoy seguro de que lo irá perfeccionando hasta el día en que Jesucristo vuelva” (Filipenses 1:6, TLA).

Por último, ¿cuál es el mensaje clave? Que Dios es la fuente del don manifestado en el ministerio de la enseñanza (1 Corintios 12:28). Los docentes (y los padres) de estudiantes que asisten a instituciones con base religiosa han sido colocados en una posición de responsabilidad de grandes desafíos y privilegiada al ser colaboradores con Cristo. Al llevar a cabo sus muchas tareas y deberes pedagógicos, los docentes, con el tiempo, juegan un papel crítico al modelar el aprendizaje y el carácter de los estudiantes. Mediante el ejemplo de un estilo de vida cristiano auténtico, los docentes también dan testimonio del poder del evangelio y la influencia del Espíritu Santo en la formación del carácter.

Como líderes respectivos de sus comunidades de fe, y al escribir sobre aspectos del desarrollo del carácter, Rick Warren y Elena G. White han ofrecido a los docentes, como así también a los educadores y padres, algunas perspectivas valiosas sobre un “proyecto” que en último término tiene consecuencias eternas.


Este artículo ha sido ligeramente adaptado con permiso de TEACH, donde fue publicado originalmente como “Rick Warren and Ellen G. White on Christian Character Development: An Unexpected Meeting of the Minds?” TEACH Journal of Christian Education 16:1 (2022): 52-59. 10.55254/1835-1492.1510.

Wilfred Rieger

Wilfred Rieger es un investigador principal honorario en la Universidad Avondale (Cooranbong, Nueva Gales del Sur, Australia). Sus intereses de investigación incluyen la administración educacional, la atención pastoral y la capellanía, la investigación de acción y los estudios Delphi, particularmente en lo que respecta a la educación cristiana.

Citación recomendada:

Wilf Rieger, “Rick Warren, Elena G. White, y el desarrollo del carácter cristiano: ¿Un acuerdo inesperado?” Revista de educación adventista 85:3 (2023): ______. https://doi.org/10.55668/jae0048.

NOTAS Y REFRENCIAS

  1. M. Josephson, “Greatest Quotes on Character, Reputation and Education (quoting Cyrus Bartol)” (2013): https://josephsononbusinessethics.com/2013/10/quotations-character-reputation-character-education-best-quotes-ever/.
  2. Christopher Peterson y Martin Seligman, Character Strengths and Virtues: A Handbook and Classification (Oxford, U.K.: Oxford University Press, 2004).
  3. Jon C. Marshall, Sarah D. Caldwell y Jeanne Foster, “Moral Education the CHARACTERplus Way®,” Journal of Moral Education 40:1 (2011): 51-72. [Estoy en deuda con mi amigo y excolega, el doctor Barry Hill, por referirme a esta fuente].
  4. Angela Duckworth, Grit: The Power of Passion and Perseverance (New York: Random House, 2017).
  5. George Knight, Philosophy and Education: An Introduction in Christian Perspective (Berrien Springs, Mich.: Andrews University Press, 1988), 95.
  6. St. Andrews Cathedral School, Sydney, “What Makes Us Different?” (2022): https://sacs.nsw.edu.au/about us/what -makes-sac/Italics supplied.
  7. Rick Warren, The Purpose Driven Church (Grand Rapids, Mich.: Zondervan, 1995.
  8. ________, The Purpose Driven Life (Grand Rapids, Mich.: Zondervan, 2002).
  9. Elena G. White, El Camino a Cristo (Mountain View, Calif.: Pacific Press Publ. Assoc., 1993).
  10. Michael Gervas, Finding Mastery 317: An Interview with Angela Duckworth, “How to Cultivate Your Character Strengths” (2022): https://findingmastery.com/podcasts/angela-duckworth-2/.
  11. Marshall, Caldwell y Foster, “Moral Education the CHARACTERplus Way®, 51.
  12. Kevin Timpe, “Moral Character,” The Internet Encyclopedia of Philosophy (2007), par. 3: https://iep.utm.edu/moral-ch/.
  13. Tracey Holmes, ABC 702 Radio (14 de febrero de 2022): https://www.abc.net.au/listen/programs/latenightlive/tracey-holmes/13227570.
  14. Wayne Grudem, Christian Ethics: An Introduction to Biblical Moral Reasoning (Wheaton, Ill.: Crossways, 2018), 107, 108.
  15. Ibíd.
  16. George Knight, Philosophy and Education: An Introduction in Christian Perspective, 201. La cursiva es mía.
  17. Idem., 203.
  18. Idem., 201.
  19. Las referencias bíblicas en este artículo que dicen NTV pertenecen a La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.
  20. Idem.
  21. La cursiva es mía.
  22. La cursiva es mía.
  23. Knight, Philosophy and Education: An Introduction in Christian Perspective, 200.
  24. Jennifer Buckingham, “The Truth About Private Schools in Australia,” Issue Analysis 13 (Agosto 2000): 1-8.
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  29. Citado de Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015, 2022 por Biblica, Inc.®, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.
  30. Idem.
  31. Talissa Siganto, “Olympian Nathan Baggaley and Brother Jailed More Than 20 Years Over Failed $200 Million Cocaine Smuggling Plot” (2021): https://www.abc.net.au/news/2021-07-27/qld-court-nathan-dru-baggaley-cocaine-drug-smuggling-sentence/100325420.
  32. New International Version.
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  35. Citado en Santa Biblia, Traducción en Lenguaje Actual. Copyright © Sociedades Bíblicas Unidas, 2000. Used by permission.
  36. Idem.
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