Karen Williams • Michael Murdoch

Visitas sorpresa:

Cuando Dios habla a través de la naturaleza

Era un hermoso día de primavera en Carolina del Norte. Sara1 tenía 18 años, estaba a punto de graduarse en la secundaria y la vida iba muy bien. Sin embargo, este sábado en particular estaba sola y pensando en sus sentimientos heridos. El joven novio de Sara le retiró la invitación a la cena familiar del sábado. Le explicó que el patriarca de la familia no creía que los adolescentes en edad secundaria debieran tener citas. Aquel sábado lleno de sol, con sus amigos marchándose a disfrutar de diversos paseos y su novio abandonando tímidamente el campus sin ella, Sara se sintió abandonada y se lamentaba.

Dios se reunió con ella ese día. Más tarde, Sara no recordaba el sermón de la mañana. No recordaba la clase de Biblia de la semana anterior, aunque probablemente fuera significativa. Ni siquiera recordaba la recepción de sábado de la noche anterior. Pero ese sábado por la tarde, sobre una manta en un viejo huerto y rodeada de hierbas crecidas, insectos que zumbaban y el dulce aroma de las flores de los manzanos, Dios y Sara tuvieron un encuentro inolvidable. Ella sintió la presencia de Dios mientras comunicaba su dolor y derramaba su corazón a su Creador.

La naturaleza puede conectarnos con nuestro Creador. “Cuando nos acercamos íntimamente al corazón de la naturaleza”, escribió Elena G. de White, “Cristo hace que su presencia sea real para nosotros, y habla a nuestros corazones de su paz y amor”.2 Queremos que nuestros seres queridos y nuestros alumnos conozcan a Dios apasionadamente. La naturaleza es una de las mejores vías de Dios para tener un encuentro de corazón a corazón con Él. La naturaleza es el lugar donde todos nuestros sentidos reciben estímulos que pueden relajar y dar lugar al pensamiento reflexivo.3 En la naturaleza, podemos estar más en sintonía con Dios que en cualquier otro lugar: física, cognitiva, emocional y espiritualmente.

Este artículo mostrará cómo la naturaleza es el camino directo de Dios para alcanzar una experiencia profunda y personal con Él. Además, se hace un llamado a los educadores y a los administradores de la Iglesia Adventista del Séptimo Día para examinar la misión educativa de la denominación y proporcionar un entorno en el que los alumnos de nuestras escuelas puedan encontrarse con su Hacedor, tal como se pretende en la escuela del Edén.

La naturaleza en su contexto

En 2005, el exitoso libro de Richard Louv, Los últimos niños en el bosque, lanzó una advertencia: Nuestros hijos están desconectados de la naturaleza. Los jóvenes estadounidenses pasan menos tiempo en la naturaleza ahora más que nunca en la historia. Para cumplir con los mandatos académicos adicionales, las escuelas de todo el país están reduciendo drásticamente el tiempo de recreo. Los programas extraescolares mantienen a la mayoría de los niños ocupados y fuera de las calles, donde el peligro real y percibido impide el juego al aire libre en la forma que las generaciones anteriores de niños daban por sentado. Puede que los jóvenes estudiantes aprendan sobre la selva en la escuela, pero rara vez, o nunca, se aventuran en el bosque o en las zonas boscosas cercanas a sus casas.4

Más de 15 años después de la advertencia de Louv, y a pesar de las continuas investigaciones y debates sobre la importancia de la actividad al aire libre en la infancia,5 las escuelas de Estados Unidos y Canadá mantienen en gran medida sus horarios y planes de estudio restrictivos.6 Sin embargo, las noticias sobre la necesidad del recreo y el juego activo se están difundiendo lentamente. Algunas familias limitan el tiempo frente a la pantalla y, en general, los padres creen que es esencial animar a sus hijos a ser más activos. Pero conseguir que los niños salgan, pasen tiempo en el exterior y sean activos a menudo resulta difícil para los padres.7 En Estados Unidos, las escuelas siguen elaborando horarios, programas y prioridades que mantienen a los niños adentro casi todo el día.8 Muchos otros países están buscando formas de abordar los planes de estudios que mantienen a los niños adentro. En Finlandia, considerada por muchos como un país progresista en su enfoque de la educación, a algunos les preocupa que los alumnos no realicen suficiente actividad física.9 “El mayor desafío en este momento”, dice la investigadora Nicole Ridgers, “es que el tiempo asignado al recreo y a la hora del almuerzo está disminuyendo en las escuelas”.10 Algunas escuelas adventistas corren el riesgo de sumarse a esta tendencia.

Sin embargo, hay noticias alentadoras. Los países del norte de Europa, como Dinamarca, cuentan con una larga tradición de centros preescolares y jardines de infancia basados en la naturaleza. En las últimas décadas, Finlandia, Alemania y el Reino Unido han incorporado programas de concienciación sobre la naturaleza y sobre los bosques en la primera infancia a sus valores educativos,11 al igual que países como Japón y Corea del Sur.12

En 2008, la metodología de la Escuela del bosque llegó a Corea del Sur. Pronto se reconoció que era una solución para una población de estudiantes que, aunque eran buenos en lo académico, experimentaban con frecuencia depresión y agotamiento a lo largo de su educación. El gobierno surcoreano adoptó el concepto de jardín de infancia del bosque para conectar a los niños con la naturaleza y ofrecer experiencias de alta calidad en la primera infancia. Jiyoun Shin, directora del Departamento de Educación Infantil de la Universidad de Sahmyook (Seúl, Corea del Sur) y vicepresidenta de la Asociación de Jardines de Infancia Forestales de Corea del Sur, es la fundadora y directora del Jardín de Infancia de Laboratorio Forestal de la Universidad de Sahmyook. Shin es apasionada por las experiencias en la naturaleza para los niños. Los Adventistas del Séptimo Día, dice Shin, ya tienen el mensaje y están bien posicionados para adoptar un enfoque educativo basado en la naturaleza.13

Cerebro sano, mente sana, corazón sano

Mientras tanto, la investigación se ha ido acumulando. Cuando las personas pasan tiempo en la naturaleza, ya sea relajándose o realizando actividades recreativas, su salud mejora. Se ha demostrado que la exposición a la naturaleza reduce el ritmo cardíaco y la presión arterial.14 Disminuye el cortisol en nuestro cuerpo, lo que permite que las células asesinas naturales aumenten en número y eficacia. Los árboles emiten fitoncidios, compuestos volátiles que son antimicrobianos y que podrían explicar algunos de los beneficios para la salud del Shinrin-yoku, o baño en el bosque, la práctica japonesa de disfrutar de la atmósfera del bosque durante un paseo tranquilo y observador.16 La naturaleza está llena de beneficios para la salud, muchos de los cuales desconocemos por completo, incluso mientras los disfrutamos.

Las experiencias en la naturaleza también nos calman y nos hacen estar más concentrados. Se ha demostrado que pasar tiempo en entornos forestales alivia la tensión, la depresión, la ira y la confusión17 y fomenta la sensación de bienestar.18 En los niños, la actividad al aire libre se asocia con una mejora de la cognición, mejores resultados en exámenes, un aumento de habilidades sociales, la confianza, un compromiso escolar positivo y una reducción de los síntomas del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).19 Además, el juego activo es necesario para un desarrollo infantil óptimo y el éxito académico.20 La investigación es clara: la exposición a la naturaleza y a las vistas naturales nos ayuda a mantenernos sanos, aclara al pensamiento y levanta el estado de ánimo.

Espiritualidad y relación con Dios

Sería un planteamiento lógico concluir que la salud y la paz interior se traducen automáticamente en una relación con Dios. Sin embargo, parece que Dios diseñó la naturaleza para predisponernos a un estado de bienestar que se presta a una mayor espiritualidad.

¿Qué es la espiritualidad? Definirla puede ser difícil porque es un concepto y puede significar diferentes cosas para distintas personas.21 Normalmente, cuando se intenta definir la espiritualidad, la gente utiliza un lenguaje como el de la imaginación, la creatividad humana o las relaciones.22 Otros utilizan términos como misterio, trascendencia, vida interior o conciencia, y señalan que la espiritualidad puede referirse tanto a la experiencia religiosa como a la no religiosa.23

La historia está plagada de grupos de personas que adoptaron una espiritualidad centrada en la naturaleza contrarias y en desarmonía con el plan de Dios. Como todos los regalos de amor del Creador para sus hijos, la verdadera espiritualidad ha sido falsificada. Los hijos de Israel descubrieron y a menudo respondieron al llamado de la idolatría, practicando artes malignas dentro de los bosques de árboles altos. Hoy en día, la gente de todo el mundo practica la espiritualidad en formas que no reflejan la intención de Dios. La espiritualidad falsa está disponible en todas las librerías, al toque de la pantalla de un teléfono inteligente, e incluso en algunas iglesias. Ahora, más que nunca, tenemos que ofrecer a nuestros estudiantes la verdadera espiritualidad, un auténtico camino con Dios que sea relevante, basado en la Biblia, y que se nutra de frecuentes y alegres encuentros con el Dios vivo.

El plan original

Podemos buscar en la Biblia un modelo a seguir para una auténtica espiritualidad. En el relato de la creación, Dios se complace con su obra e inicia un día de reposo para la celebración, el descanso y la comunión con sus hijos. Allí, se nos dice, en el aula del Jardín del Edén y con el Creador como instructor, “El libro de la naturaleza, al desplegar ante ellos sus lecciones vivas, les proporcionaba una fuente inagotable de instrucción y deleite. El nombre de Dios estaba escrito en cada hoja del bosque y en cada piedra de las montañas, en toda estrella brillante, en el mar, el cielo y la tierra”.24

A lo largo del registro bíblico de la redención, vemos que los seres humanos tienen encuentros con Dios en la naturaleza: Moisés en la zarza ardiente; Elías escuchó a Dios en un torbellino; David le cantaba a Dios entre sus ovejas. Dios nos presenta repetidamente verdades sobre Él mismo con ilustraciones de la naturaleza. “¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?”25 Le preguntó Dios a Job y describió con increíble detalle la inmensidad y la minuciosidad de sus obras creadoras. “El hombre”, escribió el salmista, “como la hierba son sus días; florece como la flor del campo, que pasó el viento por ella, y pereció, y su lugar no la conocerá más. Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad”.26 Estas lecciones no están contenidas en una verbosidad seca e intelectual. Los relatos bíblicos hablan de experiencias poderosamente emocionales: El asombro y la curiosidad de Moisés; la mano de Job sobre su boca en señal de asombro y consternación; la dramática búsqueda de Elías, recompensada con un silbo apacible y delicado; y el descanso de David junto a las aguas tranquilas.

Si llegamos a la conclusión de que Dios ofrece la naturaleza como una vía para conocerle mejor, y si esperamos ayudar a nuestros alumnos a conectar con Él en la naturaleza, debemos considerar cuidadosamente los enfoques que adoptamos para facilitar momentos cargados de espiritualidad al aire libre. La verdad es que no podemos hacer planes de clase que garanticen a nuestros alumnos una conexión personal con Dios. Tampoco podemos dar calificaciones en un boletín de notas que reflejen lo que nuestros alumnos han logrado en su experiencia personal con Dios. Sin embargo, podemos proporcionar el tiempo y el lugar para estar al aire libre y reflexionar. Podemos estructurar nuestras escuelas, planes de estudio y horarios para asegurar que la naturaleza se convierta en una parte diaria de lo que hacemos. Podemos utilizar la naturaleza para enseñar cualquier cosa y podemos planificar intencionadamente momentos de reflexión que ofrezcan una oportunidad para que Dios actúe.

La tarde de Sara con Dios en el huerto, hace más de 30 años, no fue un hecho aislado. Se produjo tras las clases de Biblia y las charlas de adoración. Fue el resultado de una infancia en la que jugaba al aire libre y vagaba por el bosque. Esa tarde fue la culminación de muchas partes más pequeñas. Fue una maestra de primer grado que envió a los niños al exterior durante el culto matutino para que encontraran ilustraciones del amor de Dios. Fue llevar un diario de la naturaleza y hacer un mapa de los nidos de los pájaros, cuando era adolescente. Fueron los paseos por la naturaleza y las canciones junto a la fogata, las granjas de hormigas y los renacuajos. Fue la exposición a la naturaleza en el contexto de Dios como creador, amigo y salvador.

Estar al aire libre en la naturaleza es experimentarla con todos nuestros sentidos, estar despiertos en todo el sentido de la palabra. Con los pies plantados en la tierra y con la vida extendiéndose y creciendo a nuestro alrededor, estamos en el aula de Dios. A través de su creación, aprendemos sobre Él y conectamos con Él. Los encuentros espirituales intencionados con Dios en la naturaleza son poderosos y personales, y pueden dar lugar a toda una vida de profunda amistad con Dios.

Escuchamos muchos desafíos en las palabras “educación adventista”. Uno importante es estar a la vanguardia de una tendencia que se remonta a la escuela del Edén, como se describe en el libro Educación. La educación al aire libre está en el ADN colectivo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Desde hace más de cien años, sabemos que “la naturaleza ha de ser nuestro gran libro de texto después de la Biblia.”.27 En la naturaleza encontramos ilustraciones de la historia de la redención. Vemos a Jesús en la ladera de la montaña, no en la sinagoga ni en alguna azotea, sino en la ladera de una colina, en una conversación sincera con su Padre. Nuestras Biblias contienen sus palabras en rojo: considera el lirio, una semilla, un gorrión. ¿Qué lecciones sobre Dios nos ofrece la naturaleza? ¿Cómo pueden nuestros alumnos encontrarlo? Proponemos un método sencillo pero eficaz: Llevar a nuestros alumnos al aire libre.


Este artículo ha pasado por la revisión de pares.

Karen Williams

Karen Williams, MSEd, recibió su formación en jardín de infancia/escuela forestal y, posteriormente, su Máster con énfasis en Educación al aire libre en la Universidad Adventista del Sur [Southern]. Enseña preescolar y 1º año en la Escuela Adventista Lester Coon en Apison, Tennessee. La escuela adoptó un enfoque de Preescolar Forestal/Escuela Forestal para la educación al aire libre en 2017.

Michael Murdoch

Michael Murdoch, PhD, es profesor de educación en la Universidad Adventista del Sur [Southern] (Collegedale, Tennessee, EE. UU.). El Dr. Murdoch también es Director de Educación al Aire Libre y de los programas d Maestría en Educación. Tiene una Licenciatura y un Máster en Biología (Universidad Adventista del Sur [Southern] y Universidad de Loma Linda, respectivamente), y un Doctorado en Liderazgo por la Universidad de Andrews (Berrien Springs, Michigan, EE.UU.). Durante 25 años en el nivel secundario, el Dr. Murdoch enseñó cursos de biología, física, ciencias físicas, ciencias integradas, salud, álgebra, cálculo e informática. A nivel universitario, ha impartido diversos cursos relacionados con la educación al aire libre.

Citación recomendada:

Karen Williams y Michael Murdoch, “Visitas sorpresa: Cuando Dios habla a través de la naturaleza”, Revista de Educación Adventista 84:1 (2022).

NOTAS Y REFERENCIAS

  1. Pseudónimo.
  2. Elena G. de White, Palabras de Vida del Gran Maestro (Mountain View, CA: Pacific Press, 1971), 14.
  3. Paul Heinzman,” Nature-based Recreation and Spirituality: A Complex Relationship,” Leisure Sciences 32:1 (2009): 72-89.
  4. Richard Louv, The Last Child in the Woods: Saving Our Children From Nature-deficit Disorder (Chapel Hill, N.C.: Algonquin Books of Chapel Hill, 2008).
  5. Organización Mundial de la Salud, “Every Move Counts Towards Better Health—Says WHO” (2020): https://www.who.int/news/item/25-11-2020-every-move-counts-towards-better-health-says-who or http://www.who.int/health-topics/physical-activity#tab=tab_1.
  6. Nicola Ridgers et al., “Examining Children’s Physical Activity and Play Behaviors During School Playtime Over Time,” Health Education Research 26:4 (2011): 586-595; Emily Anthes, “Better Playground Design Could Help Kids Get More Exercise,” Science News 197:7 (2020): 20-24.
  7. Karl Minges et al., “Reducing Youth Screen Time: Qualitative Metasynthesis of Findings on Barriers and Facilitators,” Health Psychology 34:4 (2015): 381-397.
  8. Alicia Stapp and Jenny Karr, “Effect of Recess on Fifth Grade Students’ Time On-Task in an Elementary Classroom,” International Electronic Journal of Elementary Education 10:4 (2018): 449-456.
  9. Jan-Erik Romar et al., “Physical Activity and Sedentary Behavior During Outdoor Learning and Traditional Indoor School Days Among Finnish Primary School Students,” Journal of Adventure Education and Outdoor Learning 19:1 (2019): 28-42.
  10. Anthes, “Better Playground Design Could Help Kids Get More Exercise,” 24.
  11. Sara Knight, Forest School and Outdoor Learning in the Early Years (Thousand Oaks, Calif.: SAGE Publications, 2013).
  12. Chermaine Lee, “Why Some Asian Schools are Going Wild,” BBC (January 23, 2022): https://www.bbc.com/future/article/20220105-how-asia-fell-in-love-with-forest-schools.
  13. Entrevista personal con Jiyoun Shin, presidente del Departamento de Educación Infantil, Universidad de Sahmyook, Seúl, Corea del Sur (verano de 2019).
  14. Bum Jin Park et al., “The Physiological Effects of Shinrin-yoku (Taking in the Forest Atmosphere or Forest Bathing): Evidence From Field Experiments in 24 Forests Across Japan,” Environmental Health and Preventive Medicine 15:1 (2010): 18-26.
  15. Quing Li et al., “Forest Bathing Enhances Human Natural Killer Activity and Expression of Anti-cancer Proteins,” International Journal of Immunopathology and Pharmacology 20:2 (2007): 3-8.
  16. Qing Li, “Effect of Forest Bathing Trips on Human Immune Function,” Environmental Health & Preventive Medicine 15:1 (2010): 9-17.
  17. Jin Park et al., “The Physiological Effects of Shinrin-yoku,” 18-26.
  18. Eric Brymer, Thomas Cuddihy, and Vinathe Sharma-Brymer, “The Role of Nature-based Experiences in the Development and Maintenance of Wellness,” Asia-Pacific Journal of Health, Sport, and Physical Education 1:2 (2010): 21–27.
  19. Barabra Flom et al., “The Natural School Counselor: Using Nature to Promote Mental Health in Schools,” Journal of Creativity in Mental Health 6:2 (January 2011): 118-131 Andrea Fabor Taylor and Frances E. Kuo, “Could Exposure to Everyday Green Spaces Help Treat ADHD? Evidence From Children’s Play Settings,” Applied Psychology: Health and Well-Being 3:3 (2011): 281-303.
  20. Carla Hannaford, Smart Moves: Why Learning Is Not All in Your Head (Arlington, Va.: Great Ocean Publishers, 1995).
  21. Brainerd Prince, “Interrogation, Interpretation, and Integration of Spirituality: Insights From Sri Aurobindo for ‘Care for Creation,’” International Review of Mission 99:2 (November 2010): 244-253; Peter J. Hemming, “Spaces of Spiritual Citizenship: Children’s Relational and Emotional Encounters With the Everyday School Environment,” International Journal of Children’s Spirituality 18:1 (2013): 74-91.
  22. Ibid.
  23. Ibid.
  24. Elena G. de White, Educación (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1998): 21.
  25. Job 38:4. Cita bíblica tomada de Reina-Valera 1960 (RVR1960) Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso. Si desea más información visite americanbible.org, unitedbiblesocieties.org, vivelabiblia.com, unitedbiblesocieties.org/es/casa/ , www.rvr60.bible
  26. Salmos103:15-17, RVR1960.
  27. Elena G. de White, Conducción del Niño (Mountain View, CA: Pacific Press, 1964): 43.