Sócrates Quispe-Condori • Tito Goicochea-Malaver • Edgard Leonel Luz

Oportunidades de educación en tiempos de pandemia y postpandemia

Para abordar los retos y problemas a los que se enfrentan nuestras instituciones educativas en tiempos de pandemia y postpandemia, nosotros como educadores Adventistas del Séptimo Día tendremos que reinventarnos regularmente. Para seguir siendo relevantes en una sociedad que se transforma constantemente tendremos que actualizar nuestros conocimientos, buscar el desarrollo profesional, aprender nuevas habilidades y ser creativos. Estos comportamientos serán esenciales para ser relevantes en la “nueva normalidad”.

En esta sociedad cada vez más digital, plagada de inestabilidades sociales, políticas, económicas y culturales, la educación adquiere mayor relevancia por su énfasis en nutrir y desarrollar ciudadanos comprometidos con el bienestar de los demás y la mejora de la sociedad. Específicamente, esto requiere una educación que, como escribió Elena G. White,1 abarque al ser humano en su totalidad durante todo su periodo de existencia, y asegure el desarrollo armonioso de las facultades físicas, intelectuales, espirituales y sociales.

Por lo tanto, los educadores adventistas deben buscar intencionadamente oportunidades de educación continua para aprender a satisfacer mejor las necesidades de los estudiantes y los requisitos de los diversos organismos de gobierno (por ejemplo, los gobiernos y las agencias acreditadoras). Los educadores deben estar dispuestos a reinventarse a sí mismos al servir en sociedades que cambian rápidamente. Acerca de los tiempos en que vivió Elena G. White, escribió que “las oportunidades de relacionarse con los hombres y mujeres de todas las clases y de muchas nacionalidades, son mucho mayores que en los días de Israel”.2 Y, más aún hoy, incluso con la cuarentena y el distanciamiento social, tenemos una serie de oportunidades debido a los avances en la comunicación digital y la tecnología.

Las sociedades se enfrentan a condiciones críticas

Los sísmicos cambios sociales suelen ocurrir después de grandes acontecimientos como guerras, crisis económicas, avances tecnológicos y plagas, también conocidos como aceleradores del futuro o de la historia.3 Al inicio del siglo xxi, los economistas declararon que la sociedad había entrado en la Cuarta Revolución Industrial (o Industria 4.0),4 y formularon la hipótesis de que la transformación digital sería la principal causa del cambio,5 pero su impacto en la sociedad aún no se había dejado sentir de forma significativa.

En las ciencias sociales apareció el concepto de Educación 4.0. Se centraba en el uso de  tecnologías de información y comunicación (TIC), definidas como “todos los dispositivos, componentes de red, aplicaciones y sistemas que, combinados, permiten a las personas y a las organizaciones (p. eje. empresas, organizaciones sin fines de lucro, gobiernos y empresas criminales) interactuar en el mundo digital”,6 para desarrollar competencias que sirvan a la Industria 4.0.7 Sin embargo, muchos se mostraron escépticos de que, a corto plazo, este concepto se convirtiera en dominante en la sociedad.

Sin embargo, desde el 11 de marzo de 2020, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció la aparición de un importante acelerador de la historia, ahora conocido como la pandemia del COVID-19,8 las sociedades de todo el mundo están experimentando cambios significativos que están poniendo a prueba la infraestructura de gobiernos, instituciones y empresas. Los comportamientos sociales se han definido por el aislamiento y el distanciamiento social.9 El intercambio comercial ha sufrido una ralentización en sus diferentes modalidades, paralizando la producción de bienes y servicios y, en consecuencia, el crecimiento económico.10 En 2020, el Fondo Monetario Internacional (FMI) predijo una drástica contracción de la economía mundial del 5.2% para 2020, lo que la habría convertido en la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial.11 Sin embargo, el mayor impacto ha sido la pérdida de vidas, principalmente de adultos mayores y de personas con enfermedades crónicas y condiciones preexistentes,12 aunque recientemente se ha observado un aumento en el número de muertes en los jóvenes.13

Por estas razones escuchamos frases como “La vida después de la pandemia será diferente” o “El mundo no será como antes”, que reflejan el impacto que el COVID-19 ha tenido en las sociedades de todo el mundo.14 Definitivamente, el mundo no es, ni será, el mismo; y no nos referimos solo a los problemas de salud debido a la pandemia, sino también a las crisis generadas en las esferas social, emocional, política, financiera y educativa.15 Al escribir sobre la época en que vivió, Elena G. White dijo: “El momento actual es de interés para todos los que viven. Los gobernantes y estadistas, los hombres que ocupan puestos de confianza y autoridad, los hombres y mujeres pensadores de todas las clases, tienen fija su atención en los acontecimientos que se producen en derredor nuestro”,16 y lo mismo puede decirse del tiempo en que vivimos ahora.

La educación se enfrenta a nuevas realidades

El impacto y las crisis generadas en la educación han sido sustanciales porque para evitar la propagación del contagio, las instituciones educativas suspendieron en gran medida sus actividades presenciales. En un principio, la educación quedó prácticamente paralizada, ya que la mayoría de los estudiantes no pudieron asistir a la escuela en persona;17 sin embargo, a pesar de este desafío, muchas escuelas pudieron reorganizarse utilizando una variedad de plataformas digitales y estrategias como la entrega de paquetes de aprendizaje a los hogares o la tutoría de los estudiantes por teléfono. Sin embargo, a pesar de estas intervenciones, el cierre prolongado de los centros educativos seguirá causando no solo pérdidas de aprendizaje a corto plazo,18 sino también dificultades futuras relacionadas con la formación de capital humano. Durante el inicio de la pandemia, muchos estudiantes no pudieron continuar su educación, y muchos experimentaron la pérdida de oportunidades profesionales, laborales y económicas.19

La red global de escuelas e instituciones apoyadas por la Iglesia Adventista del Séptimo Día, que siguen la misión establecida por el Creador y buscan alcanzar la excelencia académica, se enfrentó a los mismos desafíos y experimentó impactos negativos similares. Los administradores y los profesores trataron de poner en práctica una serie de acciones para superar el impacto de esta crisis, mantener los estándares de calidad, y así seguir siendo relevantes en su entorno.

Aunque la pandemia ha obligado a la sociedad y a la educación a adaptarse a numerosos retos, lo más importante es aprovechar las oportunidades que se presentan en estos nuevos escenarios. El consejo de Elena G. White a los maestros se aplica a todos los educadores: “Si sois llamados a ser maestros . . . sois también llamados a aprender . . . Si asumís la sagrada responsabilidad de enseñar a otros, aceptáis el deber de ir al fondo de cada tema que tratáis de enseñar”.20 Independientemente de los desafíos, ya sea en la enseñanza en el aula o en la administración, los educadores deben buscar oportunidades para ampliar su base de conocimientos para el mejoramiento de los estudiantes a los que sirven.

Sin embargo, los desafíos son reales. Entre los más relevantes a los que se enfrentan los educadores de todo el mundo, incluidos los de las instituciones educativas adventistas, están los siguientes:

  • El acceso a las TIC y al internet. En 2020, a nivel mundial, aproximadamente 3,180 millones de personas no tenían acceso al internet, lo que equivale al 41% de la población mundial.21 Además, muchas instituciones educativas, encargadas de desarrollar las habilidades digitales de los estudiantes, no cuentan con una infraestructura tecnológica adecuada.22 Las desigualdades de aprendizaje en las instituciones educativas han tendido a empeorar durante la pandemia.
  • El uso de las TIC en el proceso educativo. Debido a la pandemia, algunas instituciones educativas se vieron obligadas a cambiar a una modalidad de emergencia para la que no estaban preparadas, descrita por Hallgarten23 como “enseñanza presencial en línea”. Esta modalidad no se asemeja a las modalidades anteriormente definidas dentro de la educación virtual, porque conceptualmente se aplica la misma estrategia de enseñanza presencial, pero en la modalidad virtual. Muchos educadores no recibieron la formación y herramientas tecnológicas necesarias para adaptarse a la situación de emergencia y tuvieron que recurrir al uso de métodos alejados de las mejores prácticas de las TIC para una verdadera educación a distancia.24
  • Aprendizaje significativo en entornos virtuales. Incluso para aquellos que tuvieron la oportunidad de acceder a entornos virtual de aprendizaje (EVA), el proceso de adaptación necesario para lograr un aprendizaje significativo no se aplicó de forma coherente. Aunque los estudiantes intrínsecamente motivados o con aptitudes técnicas y emocionales descubrieron que podían aprender en estos entornos, los grupos vulnerables tuvieron dificultades para aprender de forma independiente. Estos últimos probablemente necesitarán un refuerzo de conocimientos y habilidades cuando se reanude el aprendizaje presencial.
  • Preocupación por el tiempo de pantalla. Los expertos han expresado su preocupación por el aumento del tiempo de pantalla de los niños pequeños. Según Poole-Boykin, citado por García-Bullé,25 el tiempo de pantalla debería ser de una a dos horas diarias para los alumnos de primaria, de dos a tres horas para los de secundaria y de tres a cuatro horas para los universitarios. El “tiempo extra en la pantalla”, que incluye el tiempo dedicado al entretenimiento y a elementos no relacionados con la escuela, tendrá un impacto significativo26 en los estudiantes, especialmente si una buena parte de esas horas se dedica al aprendizaje efectivo y a las tareas escolares.
  • Aumento de la infoxicación (p. eje. sobrecarga de información). Debido al aumento del uso del internet y de las redes sociales, la crisis ha agravado la probabilidad de sobrecarga de información, denominada infoxicación.27 Cuando esto ocurre, las personas tienen problemas para procesar o comprender adecuadamente el diluvio de información que encuentran en su vida cotidiana.

Encontrar oportunidades durante y después de la pandemia

En general, las crisis son los mejores momentos para buscar oportunidades. En el ámbito de la educación, es posible encontrar varias de ellas relacionadas con la pandemia. En la siguiente sección, enumeraremos algunas formas de utilizar las lecciones aprendidas para mejorar el éxito de la enseñanza.

Fortalecer las relaciones afectivas

Aunque los entornos virtuales dificultan a los participantes la interpretación de los aspectos no verbales de la comunicación, como los gestos, las expresiones faciales, la postura corporal, el contacto visual, etc.,28 varios estudios muestran que las TIC pueden ayudar a establecer y fortalecer las relaciones en diversos entornos sociales (hogar, trabajo y escuela).29

Debido a que la pandemia ha ampliado la oportunidad de implementar una variedad de tipos de comunicación efectiva en entornos virtuales, las instituciones educativas, así como los profesores de manera individual, pueden establecer relaciones mucho más fuertes con aquellos directamente interesados y comprometidos con la experiencia educativa.30 Por ejemplo, durante el momento más crítico de la pandemia, cuando los estudiantes y los padres estaban en cuarentena y tenían más tiempo en casa, hubo oportunidades para que los profesores desarrollaran sesiones de tutoría virtuales personalizadas, llevaran a cabo controles de bienestar virtuales y oraran juntos con las familias.

Desarrollar iniciativas creativas para la enseñanza

En la nueva modalidad presencial en línea utilizando recursos como Zoom o Google Classroom o algunas de las muchas otras plataformas virtuales,31 es posible implementar estrategias innovadoras de enseñanza y aprendizaje32 o explorar de forma creativa metodologías ya conocidas, como el aula invertida, el aprendizaje basado en proyectos o tareas integradas, el aprendizaje cooperativo, la gamificación, el aprendizaje basado en problemas, el aprendizaje basado en competencias, el pensamiento de diseño y el aprendizaje basado en el pensamiento.33

Alfabetización digital e informacional

La tecnología ha demostrado ser una herramienta útil y relevante en la crisis actual, y por ello, las empresas e instituciones educativas se están embarcando estratégicamente en el proceso de transformación digital.34

Estos cambios deben centrarse en el desarrollo y la mejora de las competencias digitales y de información. La alfabetización informacional es la capacidad de sistematizar datos relevantes para resolver problemas o tomar decisiones.35 Esto va más allá del uso de herramientas o programas informáticos; abarca áreas que van desde saber utilizar una red social hasta compartir y almacenar documentos en la nube (cloud computing).36

Repensar el modelo educativo y actualizar el plan de estudios

La modalidad “presencial en línea” desafía el modelo tradicional y ha creado nuevos escenarios que cambian fundamentalmente el proceso educativo; esto puede dar a los estudiantes una mayor autonomía e independencia y puede permitirles hacerse cargo de su propio aprendizaje.37 Sin embargo, para que esto ocurra, los educadores deben ser intencionales en la planificación y aplicación de estrategias que les permitan a los estudiantes crear estas habilidades.

Por lo tanto, el modelo tradicional de educación presencial de cumplir con horarios específicos y completar tareas puede adaptarse implementando nuevas modalidades como la modalidad semipresencial (en parte virtual, en parte presencial), también conocida como modos híbridos de aprendizaje.38 Sin embargo, es importante reconocer que, debido a factores personales, familiares o culturales, muchos estudiantes tendrán dificultades para comprometerse con el aprendizaje auto-motivado y para adaptarse o responder al cambio. Además, debido a los cambios en la sociedad, las instituciones educativas deben actualizar los modelos curriculares para satisfacer las demandas de la “nueva normalidad”, como la implementación de un plan de estudios basado en competencias que utilice métodos interactivos de instrucción.

Integración de conceptos internacionales e interculturales mediante la “internacionalización en casa”

Los educadores se han vuelto más conscientes de la naturaleza global del proceso de enseñanza-aprendizaje, que puede generar oportunidades para reforzar el conocimiento de los estudiantes sobre los factores globales y locales que afectan a sus experiencias vitales. Conceptualmente, este proceso consiste en la integración intencionada de conceptos internacionales e interculturales en el currículo formal e informal para todos los estudiantes dentro de los entornos institucionales de aprendizaje.39 En el currículo formal e informal, los estudiantes deben tener oportunidades de participar a través del servicio, el compromiso comunitario con organizaciones culturales o religiosas locales y la conexión con compañeros de otras partes del mundo en aulas virtuales diversas.

Por medio del uso de las TIC y teniendo en cuenta que la educación adventista es una red mundial vinculada a la Iglesia Adventista del Séptimo Día, es posible aprovechar las posibilidades de la internacionalización programando eventos académicos, sociales, culturales y espirituales entre las instituciones de los diferentes países. Los educadores deben tener oportunidades de formación continua sobre cómo integrar este tipo de experiencias en el aula virtual.

Aprendizaje permanente: El mejor enfoque para encontrar nuevas oportunidades

Después de la pandemia, en la “nueva normalidad”, la educación seguirá enfrentándose a retos sin precedentes.40 En esta nueva normalidad, los educadores pueden seguir como hasta ahora o crear caminos de renovación constante. La opción más cómoda sería reinstaurar el mismo modelo y las pedagogías tradicionales. Sin embargo, al tomar en cuenta las incertidumbres de la nueva normalidad,41 el mejor camino es la renovación a través de un ciclo de aprendizaje, desaprendizaje y reaprendizaje. Con el aprendizaje permanente, los educadores pueden desarrollar una visión que les permita aportar soluciones a los nuevos problemas que surjan.

Al final, depende de cada educador, con las herramientas disponibles, decidir renovarse constantemente y desempeñar un papel relevante en esta pandemia y en la postpandemia, también depende de los administradores garantizar que haya oportunidades de renovación y de las organizaciones empleadoras exigir un crecimiento profesional continuo. Corresponde a cada uno asumir la responsabilidad de mejorar sus conocimientos, habilidades y competencias. Tenemos que aprender a visualizar y priorizar las oportunidades por encima de las dificultades, para prepararnos y adaptarnos a los cambios resultantes e implementados por la nueva normalidad. El futuro le pertenece a quienes son humildes y están dispuestos a seguir aprendiendo a lo largo de la vida. Y mientras estemos en este mundo, podemos avanzar con la seguridad de que Dios tiene el control de la historia y, por su gracia, saldremos victoriosos porque Él nos dice: “No tengas miedo, que yo estoy contigo; no te desanimes, que yo soy tu Dios. Yo soy quien te da fuerzas, y siempre te ayudaré; siempre te sostendré con mi justiciera mano derecha” (Isaías 41:10; RVC).42

El futuro le pertenece a aquellos que buscan renovarse permanentemente de forma armoniosa en su vida espiritual, mental, física y emocional, porque “La verdadera educación significa más que la prosecución de un determinado curso de estudio. Significa más que una preparación para la vida actual. Abarca todo el ser, y todo el período de la existencia accesible al hombre”.43 “Estamos amenazados por una crisis. Mediante el poder del Espíritu Santo ahora debemos proclamar las grandes verdades para estos últimos días. . . . Dios es el Trabajador Maestro, y mediante su providencia prepara el camino para que su obra se cumpla. Proporciona oportunidades, abre líneas de influencia y canales de trabajo. Si su pueblo está atento para captar las indicaciones de su providencia y si está listo para cooperar con él, verá realizarse una gran obra”.44 Cuando señalamos al Ser Infinito, las Escrituras presentan con las siguientes palabras la fuente de tal educación: En él “se hallan escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Colosenses 2:3), “y suya también la decisión inteligente” (Job 12:13).

Pronto vendrá Cristo y podremos aprender eternamente con el verdadero Maestro en la Escuela Eterna, donde “se desarrollará toda facultad y toda aptitud aumentará. Se impulsarán las mayores empresas, se lograrán las más elevadas aspiraciones y se realizarán las mayores ambiciones. Y aún habrá nuevas alturas que superar, nuevas maravillas que admirar, nuevas verdades que comprender, nuevos objetos que despertarán las facultades del cuerpo, la mente y el alma”.45 La educación adventista, en los diversos niveles académicos, y a través de sus proyectos educativos, debe promover este tipo de desarrollo.


Este artículo ha pasado por la revisión de pares.

Sócrates Quispe-Condori

Sócrates Quispe-Condori, PhD, es director asociado de educación de la División Sudamericana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Brasilia, Brasil. El Dr. Quispe-Condori es un educador experimentado con una amplia gama de servicios a la educación superior adventista en una variedad de funciones. Además de una Maestría y un Doctorado en Ingeniería de Alimentos de la Universidad Estatal de Campinas, en San Pablo, Brasil, el Dr. Quispe-Condori también completó un postdoctorado en la Universidad de Alberta (Canadá) y diplomas en teología y estudios adventistas de la Universidad Adventista de Brasil, en San Pablo, Brasil; y en administración y liderazgo de la educación superior de la Organización Interamericana para le Educación Superior en Montreal, Canadá.

Tito Goicochea-Malaver

Tito Goicochea-Malaver, EdD, es director de administración curricular de la Universidad Peruana Unión (Lima, Perú). El Dr. Goicochea-Malaver se desempeñó como director de educación en varios campos y misiones en Perú y como coordinador pedagógico de la Unión Peruana del Norte. Es uno de los autores del modelo educativo y de los programas curriculares para el jardín de infantes, el nivel primario y secundario de las escuelas adventistas de Perú. El Dr. Goicochea-Malaver es licenciado en ciencias físicas por la Universidad nacional de San Marcos en Lima, Perú y en pedagogía en matemáticas por la Pontificia Universidad Católica del Perú, en Lima, Perú. Tiene una Maestría en Educación y un Doctorado en Administración de Empresas por la Universidad Peruana Unión en Lima Perú.

Edgard Leonel Luz

Edgard Leonel Luz, MEd, es el antiguo director de educación de la División Sudamericana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Brasilia, Brasil. Como ministro ordenado de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, el Pastor Luz ha servido en varias funciones administrativas, de publicación y de enseñanza en la División Sudamericana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día y también en el sector público. Tiene una Licenciatura en Lengua Portuguesa por la Universidad Adventista de Brasil en San Pablo, Brasil y una Maestría en Liderazgo de la Universidad de Andrews en Berrien Springs, EE. UU., además de varias otras certificaciones. Actualmente está completando un Doctorado en Multimedia en Educación por la Universidad de Aveiro en Portugal.

Citación recomendada:

Sócrates Quispe-Condori, Tito Goicochea-Malaver y Edgard Leonel Luz, “Oportunidades para la educación en tiempos de pandemia y postpandemia,” Revista de Educación Adventista 83:2 (2021).

NOTAS Y REFERENCIAS

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