En mayo de 2021, mi hijo Kaleb logró uno de los grandes peldaños en su vida: se graduó de octavo grado en la escuela primaria. La ceremonia fue sencilla tal cual lo habían querido los alumnos. Pero aún así, hubo mucho que reflexionar y apreciar.

Hubo una presentación conmemorativa mostrando fotos de los graduandos, desde que eran bebés hasta su edad actual, acompañadas de discursos de agradecimientos grabados por ellos para dedicarlos a las personas que habían estado a su lado los años que asistieron a la Escuela Adventista de Mt. Aetna en Hagerstown, Maryland. Los estudiantes pre-grabaron sus agradecimientos para no tener que leerlos nerviosos, y en su lugar, pidieron entregar rosas mientras se reproducían sus palabras de agradecimiento.

El director pronunció el discurso de graduación el cual estuvo lleno de reflexiones sobre la clase y su singularidad. No solo era su director, sino también su profesor y padrino de clase, por lo que tenía muchas anécdotas divertidas para compartir. Por la forma en que hablaba de la clase y de cada uno de sus alumnos, era obvio que se preocupaba por ellos personalmente.

Debido a las restricciones de COVID-19, la recepción se realizó en el exterior. Fue alegre y ruidosa, con el popular desfile de graduandos en sus autos, en el que atraviesan el estacionamiento de la escuela haciendo sonar las bocinas mientras la gente reunida en el césped aclama a los estudiantes, tal como había sucedido el año anterior. Incluso mi reticente hijo, al que no le gusta estar en reuniones con mucha gente y que había estado preguntando si tendría que ir, pareció disfrutarlo. (Y al día siguiente, cuando podía haberse quedado en casa porque no estaba obligado a asistir al último día de clase pues ya se había graduado, decidió ir para ver a algunos de sus amigos una vez más antes de que se separaran). Fue una ocasión agradable, con mucha emoción y expectación.

La graduación de la escuela primaria está llena de esperanza. Jeremías 29:11 dice: “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza”.1 Como en la mayoría de las graduaciones, la ocasión estaba llena de esperanzas en los estudiantes y el camino que seguirán en su trayectoria educativa. Estaba llena de esperanzas en que las lecciones dadas por los padres a sus hijos hayan sido de aprendizaje, les ayuden y lleven al éxito. Estaba llena de esperanzas en que lo impartido por los maestros a sus alumnos haya marcado la diferencia, aunque los resultados no se vieran de inmediato. Sea cual sea el tamaño de la escuela o el número de alumnos, todos tienen esperanzas y sueños.

Como educadores adventistas, cada año vemos a nuestros alumnos pasar a nuevas experiencias y, ya sea que los conozcamos desde hace poco tiempo o que hayamos participado en su educación desde el principio, tenemos grandes esperanzas para cada uno. Sin embargo, nuestras esperanzas palidecen en comparación con los planes que Dios tiene para ellos y para nosotros. Para cada uno, Dios prevé “posibilidades infinitas”.2

Yo también me gradué de la escuela primaria en Mt. Aetna, hace 36 años. He experimentado otras dos graduaciones, (y varias de otros familiares). Todavía creo en lo que dice Jeremías 29:11. Dios tiene planes para darme un futuro y una esperanza, pero he llegado a una edad en la que no puedo evitar pensar que ya he alcanzado ese futuro. Al ver la graduación de séptimo grado de mi hijo, junto con todas esas emociones (¿Qué hará al avanzar? ¿En qué se convertirá?), había una pizca de melancolía, una sensación de nostalgia y de “¿qué pasaría si…?” (¿Qué pasaría si hubiera hecho esto, aquello o lo otro? ¿Cuán diferente habría sido mi vida?). Ciertamente, no estoy haciendo lo que me veía haciendo cuando me gradué de la universidad, y mucho menos cuando me gradué de la primaria. Y esto les pasa a muchas personas.

Podría dejarme abatir por el hecho de que no me desempeño en ninguna de las carreras que había considerado desde la primaria hasta la graduación universitaria; o que no he viajado por todo el mundo, que no he hecho muchas cosas que había pensado que podría hacer algún día. Pero, aunque lo piense de vez en cuando, no me arrepiento.

1 Crónicas 16:12 dice: “¡Recuerden las maravillas que ha realizado, los prodigios y los juicios que ha emitido!” Eso lo hace más fácil. Tal vez no haya superado el cuarto de siglo enseñando (solo enseñé dos años antes de que la escuela en la que enseñara redujera su tamaño y la vida me llevara en otra dirección), pero encontré un trabajo en educación, haciendo lo que puedo para ayudar a otros educadores. Es una profesión que disfruto, con gente que me gusta y con la que aprecio trabajar. Aunque no he viajado por el mundo, he visto más que la mayoría de la gente, y trabajando donde lo hago, estoy expuesta a gente de todas partes. He experimentado ideas y puntos de vista que me dan una visión del mundo más amplia de la que podría haber tenido.

Creo que a pesar de los cambios en mis planes y en mi futuro, se produjeron numerosas maravillas y milagros. . . el mayor milagro es mi hijo de 8º grado. Así que, tal vez una gran parte del futuro que Dios tiene para mí ya ha ocurrido (y tal vez no, ¡pienso vivir mucho tiempo!), pero si es así, está bien, porque puedo mirar hacia atrás y ver cómo Dios me ha bendecido y esperar ver cómo me bendecirá junto a mi familia en el futuro. Hace treinta y seis años, Dios sabía sus planes para mí; todavía los sabe. Estoy deseando descubrir cuáles son. Mi esperanza es que todos podamos mirar hacia atrás con gratitud y mirar hacia el futuro con esperanza y confianza.

En este número, los autores abordan varios temas que nos desafían a reflexionar sobre el pasado para poder avanzar con esperanza en el futuro. En el artículo “¿Puede el estudio de la teoría de la evolución destruir creencia en Dios?”, Stanley Dobias y J. Russ Butler comparten los resultados de un curso diseñado para ayudar a preparar a los estudiantes para que tengan conocimientos sobre la visión del mundo Adventista del Séptimo Día con la creación, y a la vez que conozcan y sean tolerantes con las teorías opuestas que encontrarán a medida que continúen su educación. En el artículo titulado “Motivación en el aula de religión: Práctica de la Jerarquía de Maslow”, Timothy Allen Floyd analiza la necesidad de implementar enfoques intencionales para motivar y nutrir a los estudiantes en el aula de educación religiosa. Y en una sección sobre pioneros adventistas, John Wesley Taylor V escribe sobre Mahlon Ellsworth (M. E.) Olsen, un educador adventista cuya vida y trayectoria profesional ejemplifican la confianza en la promesa de Dios de “un futuro y una esperanza”. Sócrates Quispe-Condori, Tito Goicochea-Malaver y Edgard Leonel Luz piden a los educadores que piensen en formas de modificar la instrucción y el acceso a la educación después de la pandemia en “Oportunidades para la educación en tiempos de pandemia y postpandemia”. En la sección de Perspectivas, Trisha Higgins-Handy reflexiona sobre su visión del mundo como profesora adventista y su impacto en su práctica profesional, y en la sección de Mejores prácticas, Ike C. de la Pena y Michael C. Pan ofrecen varios ejemplos de cómo optimizar la instrucción post-pandémica en “Aprender durante situaciones de estrés: Optimización de las estrategias de aprendizaje basadas en la evidencia”.

Esperamos que disfrute de este número y que con cada artículo encuentre inspiración y esperanza.

Chandra Goff

Chandra Goff, BA, es Asistente editorial de la Revista de Educación Adventista®. Es Licenciada en Educación Inglesa y en Historia por el Colegio Columbia Union (ahora Universidad Adventista de Washington) en Takoma Park, Maryland, EE. UU. Chandra Goff ha trabajado en la oficina de la Revista durante más de 20 años y gestiona varios aspectos de las operaciones diarias de la revista, la producción digital y los sistemas de envío y seguimiento de manuscritos.

Citación recomendada:

Chandra Goff, “Recuerden las maravillas que Él ha realizado,” Revista de Educación Adventista 83:2 (2021).

NOTAS Y REFERENCIAS

  1. A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas en este artículo fueron tomadas de la versión de la Biblia Nueva Versión Internacional (NVI). Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015 por Biblica, Inc.®, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.
  2. Elena G. White, Educación (Buenos Aires, Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1998), 80.