Javier Girarte Guillén

Mucho más allá de la clase virtual:

El poder de la visita domiciliar

El Rey les responderá: ‘Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí’(Mateo 25:40,NVI).1

Durante el verano que trabajé como instructor en línea en la Universidad Virtual de la Universidad de Montemorelos en México (UM), me relacioné con estudiantes de diversos países que se registran para cursos en línea. Por lo general son estudiantes que tienen un empleo de tiempo completo, y la mayoría de ellos están casados y tienen hijos. Debido a sus experiencias de vida y laborales, muchos de esos estudiantes jamás tuvieron la oportunidad de obtener un título. Otros estudiantes, ya profesionales, quieren capacitarse para una segunda carrera u obtener credenciales adicionales para avanzar su carrera actual.

También enseño en un salón de clases tradicional en una gran escuela secundaria, el Instituto Soledad Acevedo de Los Reyes (también en Montemorelos, México), donde se nos incentiva a hacer visitas domiciliares. Visitar a los estudiantes en su hogar es una buena manera de conocerlos y cultivar una buena relación con la familia, en especial al comienzo del año escolar. Tengo que confesar que no he llevado a cabo esas visitas tan a menudo como debería haberlo hecho. Prefiero invitar a los estudiantes al culto de recepción del sábado, o los sábados por la noche. A pesar de ello, cuando los he visitado en sus hogares, la experiencia me ha resultado significativa.

Por otro lado, en mi trabajo como instructor en línea a nivel terciario y universitario, visitar a los estudiantes en sus hogares sería muy complicado y aun imposible, dado que los cursos en línea en los que UM Virtual registra a estudiantes de diversas partes del mundo. Dados los beneficios de esta práctica, me pregunté si sería posible hacer algo semejante con los estudiantes en línea.

Durante el verano de 2018, tuve la oportunidad de hacerlo. Durante una de las sesiones de clases por video que llevaba a cabo con unos pocos estudiantes, les pregunté dónde vivían. Cuatro eran de los Estados Unidos (California y Washington), uno de Perú, otro de Colombia, México, y así sucesivamente. Hasta tenía un estudiante que vivía en Alemania. Pero cuando escuché que una estudiante dijo que vivía en Montemorelos, el mismo lugar donde yo vivía, quedé muy sorprendido. No solo eso, sino que vivía en mi vecindario. Finalmente, tuve la oportunidad de hacer una visita domiciliar, no virtualmente, sino en persona. A continuación, presento algunos consejos de mi experiencia de visitar a la estudiante que tomaba una asignatura en línea, si bien muchos de esos consejos también constituyen una buena práctica para las clases presenciales:

Consejo Número 1: Al realizar visitas domiciliares, asegúrese de que otros miembros de la familia (u otras personas) estén presentes en el hogar al momento de la visita.

Este consejo puede parecer obvio, pero es fundamental que otras personas estén presentes durante la visita. Esto protege tanto al docente como al estudiante de acusaciones de mala conducta. De igual manera, el estudiante puede sentir mayor confianza cuando sus familiares están presentes. Y lo que es más importante, cuando los familiares participan de esas visitas, se involucran en la educación del estudiante.

Después de chatear por un tiempo en línea, la estudiante y yo fijamos un momento para visitarla en su hogar la semana siguiente. Le pregunté si habría otras personas en la casa, y ella me dijo que su familia estaría allí. Me enteré de que vivía con su familia en una casa espaciosa.

Consejo Número 2: Aprenda tanto como sea posible del estudiante y su familia.

Yo en realidad no sabía mucho sobre esta alumna. Lo que aprendí al chatear con ella fue que no tomaba clases presenciales porque sufría de osteoartritis, una forma severa de artritis degenerativa. Decidí investigar un poco más sobre esa enfermedad antes de la visita programada y encontré que “es el tipo más común de artritis. Cuando el cartílago –la superficie flexible de almohadilla en las extremidades de los huesos– se desgasta, un hueso fricciona contra otro, lo que causa dolor, inflamación y rigidez. Con el tiempo, las articulaciones pueden perder fuerza y el dolor puede volverse crónico”.2 Ella no se podía mover, pues estaba confinada a una silla de ruedas, donde era ayudada constantemente por su familia, en especial por su hermana.

Consejo Número 3: Entérese de algunos gustos del estudiante y procure agradarle.

También me enteré de que a la estudiante le gustaban los higos. Entonces, dado que tengo una higuera en mi patio trasero y los frutos estaban maduros, tomé algunos de los mejores higos y los coloqué en una bolsa. Hallé una cinta roja la cual usé para atar un lazo en la bolsa y salí en dirección a su casa. Me llevó solo unos minutos llegar a su casa. ¿Cuántas veces había pasado por ahí? Si tan solo hubiera sabido que mi alumna vivía allí, la habría visitado más a menudo.

Cuando llegué a su casa, ya me estaba esperando. La saludé con una gran sonrisa, y entonces le entregué la bolsa de higos. Ella no pudo ocultar su felicidad al ver la bolsa llena de deliciosos y dulces higos morados. Me agradeció por la fruta y sonrió tímidamente.

Consejo Número 4: Pregunte antes de dar la mano.

Como se acostumbra en la cultura mexicana, le di la mano con firmeza, pero cortés y suavemente, o al menos eso es lo que pensé. ¡Pero me equivoqué! Mi alumna inmediatamente lanzó una exclamación de dolor. Me dio tanta vergüenza; no sabía qué hacer. Ella me explicó que, debido a la osteoartritis, cuando sus huesos se tocan entre sí, causa un severo dolor. ¡Me disculpé una y otra vez! Es importante saber cuál es la mejor manera de saludar al entrar a una casa. Lo que puede resultar apropiado en un lugar tal vez no resulte apropiado en otro.

Después de esa introducción vergonzosa y dolorosa, nos sentamos juntos en la sala. Hablamos de su vida y de cuán difícil le resultaba llevar a cabo las tareas diarias más básicas. Aunque discutir sus desafíos en cierto momento le produjo lágrimas, jamás dejó de sonreír y habló en forma positiva sobre su vida.

Consejo Número 5: Muéstrese empático con sus estudiantes; usted en realidad no sabe lo que está pasando en sus vidas y familias.

Disfrutamos de una visita breve y agradable. Pocos días después, publicó en el foro en línea de la clase que, para ella, mi visita a su hogar fue una de las mejores experiencias del curso. Dijo que había pasado un gran momento, aun cuando el dolor en los huesos no cesó en ningún momento durante la visita. Estaba apenado de haberle causado esa incomodidad, a lo que replicó que el dolor no lo causó mi bien intencionado saludo con la mano; era más bien el dolor con el que tenía que convivir cada día.

Su valentía me inspiró. Rara vez se quejaba. Durante la visita, me di cuenta de que en realidad estaba muy enferma. Apenas podía mover el cuerpo y sus manos, que estuvieron todo el tiempo sobre su falda, parecían muy débiles. Noté, sin embargo, que su mente era aguda, y que tenía la firme determinación de terminar los estudios. A pesar de su condición, se esforzaba por alcanzar sus objetivos, y mi clase no era la única que estaba tomando en ese momento. Me dijo que a veces quería darse por vencida. Su enfermedad y dolor no le permitía hacer las tareas, y a veces se sentía tan cansada que ni siquiera podía leer o dictarle a su hermana para que ella transcribiera el texto por ella.

En ocasiones, tuvo que permanecer en el hospital por varios días, lo que hizo que le resultara imposible trabajar en los proyectos de la asignatura. Estaba preocupada por no poder entregar todos los trabajos a tiempo. Le dije que, dado que era un curso abierto, podía tomar todo el tiempo que fuera necesario para completar las tareas. Se sintió feliz de saberlo, y yo me sentí feliz de ofrecerle esa solución. Ese enfoque no era único para mí. Otros docentes de la UM Virtual conocían la condición de esta alumna y estuvieron dispuestos a hacer arreglos semejantes para darle tiempo extra para completar sus actividades. Esos arreglos tuvieron el apoyo del reglamento de Calificación Diferida de la institución, que significa que, de ser necesario, cualquier estudiante puede pedir un tiempo extra para completar el curso.

Durante la visita de una hora, hablamos de sus planes para el futuro, su familia y las razones por las que decidió seguir una carrera de contaduría. Habló abiertamente, y noté que sentía la libertad de hacerlo. Tuvimos una gran conversación, después de la cual le agradecí a ella y a su familia por la cálida bienvenida, luego me despedí.

Reflexión final

Una vez que estuve fuera de la casa, experimenté sentimientos encontrados. Por un lado, había planificado la visita para brindar aliento a mi estudiante, sin embargo, fui yo el que había recibido aliento. No es de asombrarse que la Biblia diga: “Bendito serás en tu entrar y bendito en tu salir” (Deuteronomio 28:6).

Esta visita fue llevada a cabo ya hace dos años. Desde entonces, mi estudiante ha enfrentado muchas otras dificultades: en los últimos 16 meses, su hermano mayor y su madre han fallecido, y su enfermedad ha progresado hasta el punto tener que abandonar los estudios. ¿Podrá terminar la carrera? No lo sé; sin embargo, creo que puede lograrlo porque tiene valor para ello.

Como docente y tutor, las visitas domiciliares me han brindado una tremenda oportunidad de aprender más sobre mis estudiantes y sus familias, sus desafíos, objetivos y deseos de triunfar. En los últimos años, he vivido varias experiencias en una serie de visitas. Fui a la casa de un estudiante que no podía asistir regularmente a la escuela debido a un diagnóstico de cáncer en los huesos y a los subsiguientes tratamientos. Las visitas regulares a su hogar le permitieron seguir adelante y con el tiempo presentar los exámenes con éxito. Hice otra serie de visitas a un estudiante que regresó a su hogar después de estar varias semanas en el hospital y se sentía desconectado de los estudios. Esos dos estudiantes y sus familias apreciaron la oportunidad de seguir conectados con la institución, no solo en términos de mantenerse al día con las tareas sino también saber que eran parte de una comunidad educativa que los echaba de menos.

Una visita memorable tuvo lugar durante la vacación de Navidad, dado que no se pudo fijar otro día con la familia. Jamás olvidaré la respuesta de la estudiante. Dijo con admiración: “¡No puedo creer que el señor Girarte esté en mi casa participando de la cena de Navidad!” Ese recuerdo aún me acompaña. Pero la mejor experiencia que he tenido con respecto a visitas a domicilio es cuando mi propia maestra de tercer grado me visitó. Sucedió hace mucho tiempo, pero aún recuerdo vívidamente esa ocasión.

Esas visitas me han enseñado cuál es la mejor manera de ayudar a mis estudiantes a alcanzar algunos de sus objetivos y crear recuerdos que tanto ellos como yo evocaremos mucho después del fin de la asignatura. El filósofo educacional Paulo Freire expresó: “Los educadores necesitan saber lo que sucede en el mundo de los estudiantes con quienes trabajan. Necesitan conocer el universo de sus sueños, el lenguaje con el que se defienden habilidosamente de la agresividad de su mundo, lo que saben de manera independiente de la institución educativa, y cómo lo saben”.3 Las visitas domiciliares constituyen la manera que los docentes pueden usar para interactuar con sus estudiantes y sus familias, fuera de los confines formales y a veces un tanto intimidantes del salón de clases. También, tienen el potencial de ayudar a los docentes a “fortalecer los vínculos que los unen a sus alumnos” y, al hacerlo así, ayudarlos a “aprender cómo tratar con más éxito sus diferentes disposiciones y temperamentos”,4 y satisfacer sus necesidades.

Javier Girarte Guillén

Javier Girarte Guillén, BA, es docente de inglés de nivel secundario en el Instituto Soledad Acevedo de Los Reyes en Montemorelos, Nuevo León, México. También posee más de quince años de experiencia enseñando inglés como Segunda Lengua. Durante los meses de verano, sirve como tutor de la UM Virtual en la Universidad de Montemorelos (México). Completó sus estudios de grado en Educación en la Universidad de Guadalajara (México). Disfruta de compartir recursos, algunos de los cuales pueden hallarse en su blog personal https://mrgirart.wixsite.com/teachingstrategies/200-reasons-a-teen-s-devotional, and ontheAdventistEducators Blog:https://educators.adventist.org/2018/10/13-reasons-or-200-reasons-1/.

Citación recomendada:

Javier Girarte Guillén, “Mucho más allá de la clase virtual: El poder de la visita domiciliares”, Revista de educación adventista 82:1(Enero-Marzo 2020)

NOTAS Y REFERENCIAS

  1. Todos los textos bíblicos de este artículo han sido extraídos de laSanta Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® © 1999, 2015 por Bíblica, Inc.®, Inc.® Usado con permiso de Bíblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.
  2. Arthritis Foundation, “What Is Arthritis?” (n.d.):https://www.arthritis.org/about-arthritis/understanding-arthritis/what-is-arthritis.php.
  3. Paulo Freire, Teachers as Cultural Workers (Boulder, Colo.: Westview Press, 1998), 72-73.
  4. Elena White, True Education: An Adaptation of Education (Nampa, Idaho: Pacific Press, 2000), 177.