Editorial | Julián Melgosa

Más allá del laberinto:

Principios de la educación adventista en un mundo cambiante

Hace un par de años un amigo me regaló el libro del doctor Spencer Johnson, ¿Quién se ha llevado mi queso?1 El libro es una parábola de cuatro pequeños personajes: dos ratones y dos personitas. El primer par actuaba como ratones y el segundo, aunque del tamaño de los ratones, actuaba como personas. Todos vivían juntos en un enorme laberinto y pasaban la mayor parte del tiempo buscando lo que más deseaban, el queso. Los ratones seguían comportamientos simples: buscaban el queso y se lo comían. Los pequeños humanos eran más ambiciosos y buscaban el mejor queso y el más grande.

Finalmente, los pequeños humanos encontraron una abundante reserva de queso y pensaron que esa sería su fuente ilimitada de satisfacción, por lo que de ahí en adelante ya no trabajaron tanto y se volvieron arrogantes debido a su éxito; tanto así que no anticiparon lo que les esperaba. Un día, cuando tanto los ratones como los pequeños humanos llegaron a su estación de queso, se sintieron consternados al descubrir que ya no había más queso. Los ratones, que desde el principio se dieron cuenta que esta era una posibilidad, procedieron a buscar más queso. Sin embargo, los dos pequeños humanos se enojaron porque pensaron que alguien se había llevado su queso y quedaron atrapados en un ciclo de culpa e inercia. Esta parábola se trata del cambio y de nuestra resistencia o incapacidad para enfrentarlo. Podemos vivir de manera cómoda por un tiempo sin darnos cuenta que el cambio se aproxima y, por lo tanto, nos toma desprevenidos.

¿Qué hacemos con el cambio en la educación? La educación adventista se remonta al siglo xix. ¿Podemos aplicar los mismos principios en el siglo xxi?2 Yo creo que la respuesta es “sí” siempre y cuando nos atengamos a la filosofía esencial, no estancarse en los detalles y estemos listos para cambiar y adaptarnos. Tomemos, por ejemplo, las escuelas de los profetas. Elena White, la principal promotora de la ideología de la educación adventista, extrajo de estas instituciones los principios básicos de la educación. El mensaje de que nuestras escuelas “deberían ser cada vez más semejantes a las escuelas de los profetas”3 aparece repetidamente.4 ¿Qué eran las escuelas de los profetas? Estas escuelas preparaban individuos para el servicio. En el libro La Educación, White explica que las escuelas no eran para futuros profetas sino para futuros maestros, quienes habían sido llamados para instruir al pueblo sobre la obra y los caminos de Dios. Es por eso que Samuel, bajo la guía del Señor, estableció estas escuelas, para “servir como barrera contra la corrupción que se propagaba por todas partes y atender al bienestar mental y espiritual de la juventud”.5 Samuel estableció dos de estas escuelas, una en Ramá y otra en Quiriat-jearim. Después se establecieron otras.6 Aquellos que asistían a estas escuelas son llamados “los hijos de los profetas” o “el grupo de profetas”7 en los primeros capítulos de 2 Reyes.

¿Cuáles eran las características de las escuelas de los profetas? Primero, las materias principales incluían la Ley con un estudio exhaustivo del contenido de los rollos de pergamino del Pentateuco, tal como lo reveló Dios a Moisés. Otras materias que se enseñaban eran historia, música y poesía. Segundo, independientemente de su clase o capacidad financiera, los estudiantes debían realizar trabajo manual con el doble propósito de financiar sus gastos y aprender las habilidades que los harían completamente autónomos. Tercero, los estudiantes aprendían a orar y a tener su estudio devocional; aprendían a cómo acercarse a su Creador. Y cuarto, la fe como el punto central de todo el programa educativo dirigía a los estudiantes al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.8

¿Cómo entonces utilizamos este ejemplo fundamental para definir y llevar a cabo nuestra misión educativa? Primero, necesitamos desarrollar un currículo para las áreas temáticas que presenten necesidades reales y actuales, con la Biblia como el fundamento, para que los estudiantes puedan hacer ajustes y contribuciones a la sociedad contemporánea. El currículo no solo debe producirse bajo el criterio pragmático, sino también se deben considerar los aspectos estéticos (poesía, música, arte, etcétera) y axiológicos (centrado en los valores realmente importantes inspirados en la Biblia) de acuerdo con la filosofía de la educación adventista. Segundo, los estudiantes deben obtener múltiples habilidades prácticas y manuales relevantes para los entornos actuales, como el cultivo orgánico, el uso de dispositivos electrónicos para predicar el evangelio, las habilidades para la vida actual o la crítica mediática (acceder, analizar y evaluar de manera crítica los medios de comunicación como sitios web, noticias y redes sociales en todas sus formas). Esto proporcionará tanto experiencias de aprendizaje como formas de apoyar sus estudios durante su educación formal. Tercero, una relación más profunda y significativa con Dios debe ser el centro de nuestros programas educativos. Esto puede significar ir más allá del enfoque didáctico tradicional de presentar devocionales y experiencias espirituales usando metodologías participativas para guiar a los jóvenes a una mejor relación con Dios.

Esta edición de la Revista ofrece un conjunto de artículos que representan el esfuerzo de actualizar y aplicar los principios adventistas tradicionales a la realidad y las demandas del siglo xxi. Dovich ofrece consejos sobre cómo unir la fe y la tecnología en nuestras escuelas y universidades, mientras que nos recuerda que cada vocación es un regalo de Dios. Douglas analiza formas de mostrar esperanza y preservar las grandes verdades al desempeñar roles de liderazgo en una sociedad postmoderna. Doukmetzian y Doukmetzian discuten la gobernanza efectiva y abordan los deberes legales y fiduciarios de las juntas directivas. Martin y Conneen describen diversas actitudes hacia las vacunas y proporcionan a los administradores sugerencias para satisfacer las necesidades de todos los estudiantes mientras navegan por las diferentes perspectivas. Villaflor-Almocera sugiere formas de monitorear el trabajo de campo de calidad en la educación en línea y Neria de Girarte describe el enfoque de una universidad para la asesoría de estudiantes no tradicionales. En el artículo final, Agard ofrece sugerencias prácticas en el uso de organizadores gráficos para ayudar a los estudiantes a activar el aprendizaje previo, participar en las reflexiones y construir conexiones de fe en las matemáticas.

Estos temas habrían tenido poca relevancia hace cien años, sin embargo, son necesarios en la actualidad y son presentados con los principios de educación cristiana adventista en mente. La fe debe ser el centro en todo el programa educativo; como educadores, debemos esforzarnos para usar todos los medios necesarios para integrar la fe en todas las experiencias de enseñanza y aprendizaje, haciendo que los principios de Dios sean fundamentales en cualquier esfuerzo educativo. En resumen, debemos estar constantemente alertas para preservar nuestros ideales y nuestra filosofía, pero de forma significativa para evitar sentirnos sorprendidos por el cambio que nos hace gritar con desesperación: “¿Quién se ha llevado mi queso?”

Julián Melgosa

Julián Melgosa, PhD, es Director Asociado de Educación de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, con oficinas centrales en Silver Spring, Maryland, EE. UU. Se desempeña como el intermediario para la educación superior y como asesor para las divisiones Norteamericana, Sudamericana y Transeuropea. El Dr. Melgosa también se desempeña como Editor Asociado de La Revista de Educación Adventista (ediciones internacionales).

Citación recomendada:

Julián Melgosa, “Más allá del laberinto: Principios de la educación adventista en un mundo cambiante,” Revista de Educación Adventista (2019).
Disponible en https://www.journalofadventisteducation.org/es/2019.81.2.1.

NOTAS Y REFERENCIAS

  1. Spencer Johnson, ¿Quién se ha llevado mi queso?: Una manera sorprendente de afrontar el cambio en el trabajo y en la vida privada (Barcelona, España: Urano, 2001).
  2. Floyd Greenleaf escribió un artículo sobre la naturaleza del cambio en la educación cristiana. Para más información sobre este tema, véase Floyd Greenleaf, “Propósitos, Principios y Cambios en la Educación Adventista”, Revista de Educación Adventista 24 (2007): 4-12.
  3. Elena G. White, La Educación Cristiana (Doral, FL: Publicaciones Interamericanas, 1975), 489.
  4. Véase también __________, Consejos para los Maestros (Mountain View, Calif.: Pacific Press, 1971), 252, 534, 535; __________, Historia de los Patriarcas y Profetas (Doral, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 2008), 581-585.
  5. White, La Educación (Doral, FL: Publicaciones Interamericanas, 2009), 44.
  6. Ibid.
  7. 2 Reyes 2:3. Nueva Versión Internacional (NVI). Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015 por Bíblica, Inc.®, Inc.® Usado con permiso de Bíblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo. 
  8. White, Educación, 44.