Bordes Henry Saturné

Administración y espiritualidad:

El profundo impacto de la salud espiritual de los miembros de la junta sobre las instituciones que gestionan

Una sola persona movida por el Espíritu Santo puede ser un canal de bendiciones y marcar una diferencia sustancial en las instituciones educativas adventistas. En cambio, un miembro de junta que esté desconectado del Espíritu, aun por breve tiempo, puede causar mucho daño.1 Esto me quedó claro hace algunos años cuando fue departamental de educación de la Asociación en Nueva York.

Necesitábamos una escuela adventista en el este de Long Island (Nueva York), después del cierre de la escuela anterior, que había servido a las familias de la zona durante más de cuarenta años. Establecimos una pequeña comisión para orar, planificar, negociar y abrir una escuela en las instalaciones de la iglesia de Babylon, donde 25 años antes se había cerrado una pequeña escuela, dejando una gran deuda que la iglesia tuvo que pagar, y el pesar que acompañó el proceso.

Había tres desafíos: En primer lugar, los miembros de iglesia tenían que aceptar el proyecto pese a los malos recuerdos. En segundo lugar, teníamos que ganar el apoyo de otras iglesias de la zona para subsidiar la nueva escuela e inscribir sus hijos. En tercer lugar, teníamos que hallar financiamiento para adaptar el lugar a las regulaciones y cubrir los gastos asociados con la apertura de una nueva escuela. En cuarto lugar, el Consejo Municipal de Babylon, que tenía reputación de ser difícil, tendría que dar permiso de usar el edificio existente como escuela. Necesitábamos con desesperación la bendición divina para que el proyecto se hiciera realidad a pesar de las circunstancias.

Después mucha oración, con el apoyo del pastor de la iglesia y los miembros de la comisión de planificación, se presentó el proyecto ante los miembros de iglesia en una asamblea especial. Hubo muchas preguntas y objeciones legítimas, y parecía que los miembros estaban por rechazar la propuesta. Entonces de repente, Dios usó la voz de una persona valiente y dedicada que habló como lo hicieron Josué y Caleb2 y ayudó a convencer a la iglesia para que avanzara con el proyecto. Posteriormente, ella respondió al llamado y sirvió fielmente durante muchos años como presidenta de la junta de la nueva escuela.

En respuesta a nuestras oraciones, Dios abrió milagrosamente todas las puertas y quitó todos los obstáculos. Hoy día, el Colegio de South Bay sigue brindando educación adventista a muchas familias de la zona.

La educación adventista y el gran conflicto

La educación adventista es fundamentalmente un ministerio3 y un compromiso espiritual. En el contexto del gran conflicto entre el bien y el mal, los miembros de la junta deberían recordar que las instituciones educativas cristianas han sido establecidas primordialmente para contribuir al progreso del reino de Dios: “Restaurar los hombres y las mujeres a la imagen de su Hacedor, para devolverlos a la perfección con la que fueron creados: esa había de ser la obra de redención. Ese es el objeto de la educación, el gran objeto de la vida”.4 En consecuencia, no se puede pelear esta batalla exclusivamente con el poder de la mente, los recursos financieros o las habilidades profesionales. Se necesitan armas divinas para pelear batallas espirituales. “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zacarías 4:6).

Hay algunos religiosos que también son espirituales, pero no todos lo son. La religión ha producido las Cruzadas, la Inquisición, persecuciones, fanatismos, violencia y actitudes críticas. La espiritualidad está acompañada de amor, aceptación, paciencia, valor y perdón.

Debido a su posición visible y de influencia, los miembros de la junta son blanco de los ataques del enemigo, como lo fue Simón Pedro.5 Ellos necesitan “resistir firmemente por medio de la fe” (1 Pedro 5:9). De lo contrario, pueden convertirse en un impedimento para el progreso de la obra de Dios. Aún recuerdo la dolorosa historia de una amarga pelea personal entre un miembro influyente de la junta y un director, que terminó en el cierre de una escuela. El miembro de la junta quería probar que él tenía la “última palabra” y que tenía “el poder de hacer que el director perdiera el trabajo”. Fue así como convenció a todos de que cerraran la escuela. Esa historia triste pero verdadera ilustra el impacto nefasto de un miembro orgulloso, vengativo y egoísta.

Lou Solomon destacó que “el volverse poderoso hace menos empáticas a las personas”, y que “las fallas más comunes del liderazgo no son el fraude, la malversación de fondos o aun los escándalos sexuales. Es más común ver que los líderes fracasen en el área de la autogestión, el uso del poder motivado por el ego y los intereses propios”.6

La perturbadora historia de la despiadada Reina Jezabel nos recuerda que los miembros de junta son fideicomisarios, y que deben suscribirse a las normas éticas más elevadas y jamás consentir al nepotismo o el amiguismo. Jezabel planificó cuidadosamente la eliminación de Nabot con la intención de quedarse con su viña y dársela a su esposo (1 Reyes 21). De manera similar, los miembros de junta a veces presionan a la administración para obtener un puesto, una promoción o aumentos de salario para sus familiares o amigos.

A medida que llevan a cabo sus importantes responsabilidades, los líderes espirituales tienen que ser conscientes de sus errores, dado que “tenemos este tesoro en vasos de barro” (2 Corintios 4:7). Richard Exley nos recuerda con total sinceridad que el “potencial de abusar del poder está presente en cada uno de nosotros. Con frecuencia, es controlado, no por verdadera humildad sino tan solo por falta de oportunidad. Si se nos da algo de poder, ¡sálvese quien pueda!”7 Dan Allender nos invita a reconocer nuestras limitaciones al “liderar con flacidez”. Nos llama a alejarnos decididamente de respuestas inefectivas y dañinas a los desafíos, incluyendo cobardía, rigidez, narcisismo, ocultamiento y fatalismo; y abrazar respuestas efectivas, que incluyan valor, profundidad, gratitud, apertura y esperanza.8Los que controlan a otros deberían aprender primero a controlarse a sí mismos. A menos que aprendan esta lección, no podrán ser semejantes a Cristo en su obra. Deben morar en Cristo, hablar como él hablaría, actuar como él actuaría, y mostrar una compasión y una bondad infalibles”.9

Cómo definir la espiritualidad

Los investigadores han luchado por definir la espiritualidad. 10 Bruce Speck reconoció que “claramente, se carece de una definición consensual de espiritualidad”.11 Covrig, Ledesma y Gifford hicieron una distinción entre espiritualidad y religión,12 pero Kenneson desafió ese enfoque.13 Joanna Crossman defendió un “desarrollo espiritual secular”,14 mientras que Cadge y Konieczny notaron que la religión está “oculta a la vista de todos” y debería ser reconocida abiertamente así como son reconocidos el sexo o la raza.15 Fry y Kiger enumeraron valores relacionados con el liderazgo espiritual: confianza, perdón, integridad, honestidad, valor, humildad, bondad, compasión, paciencia, excelencia y felicidad.16

En este artículo, la religión no se compara con la espiritualidad. Hay algunos religiosos que también son espirituales, pero no todos lo son. La religión ha producido las Cruzadas, la Inquisición, persecuciones, fanatismos, violencia y actitudes críticas. La espiritualidad está acompañada de amor, aceptación, paciencia, valor y perdón. Las personas espirituales demuestran autenticidad, trascendencia, conexión, introspección, dominio propio, paz interior y un sentido de propósito. La espiritualidad tiene que ver sobre todo con el corazón. Miembros de junta espirituales cultivan el “fruto del Espíritu” que, según Pablo, es “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22, 23).

A pesar de ello, aun las personas espirituales auténticas poseen una comprensión incompleta o incorrecta de la verdad. Los mileritas, por ejemplo, eran muy espirituales, pero creían incorrectamente que Jesús regresaría a esta tierra en 1844, cuando en efecto, estaba por inaugurar su ministerio en el Lugar santísimo del santuario celestial.17 El conocimiento que tenía Apolos del evangelio se limitaba a la enseñanza que había recibido antes de ser bautizado por Juan el Bautista. Era, sin embargo, un hombre muy espiritual que amaba a Dios y estaba dedicado a su servicio. Aunque era sumamente elocuente y educado, era lo suficientemente humilde como para recibir un estudio bíblico de dos obreros, los fabricantes de tiendas Priscila y Aquila.18

El Espíritu Santo está guiando a los creyentes a toda verdad, pero esa revelación es progresiva. Además, los creyentes no siempre están listos para aprender todo lo que el Señor quiere enseñarles: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar” (Juan 16:12), les dijo Jesús a sus discípulos. “El Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas” (Juan 14:26). Una persona espiritual posee una actitud de humildad y un deseo de aprender verdades más profundas para crecer en el Señor.

Los peligros de la espiritualidad falsificada 

La religión sin espiritualidad es censurada en la Biblia en numerosas ocasiones. Se caracteriza por el extremismo, una actitud crítica, un deseo de controlar a otros, un espíritu de venganza, arrogancia, orgullo, egoísmo, discriminación, exclusión, codicia y corrupción. Pablo señaló a los que tenían “apariencia de piedad, pero [negaban] la eficacia de ella” (2 Timoteo 3:5).

La espiritualidad no es asistir a cultos religiosos, observar ritos, participar en ceremonias o memorizar doctrinas, si bien esas prácticas religiosas suelen ayudar a nutrirla.19 Los fariseos eran observantes estrictos de la ley, pero descuidaban “lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe” (Mateo 23:23).20 Eran sumamente religiosos, pero carecían de comunión verdadera con Dios. Las doctrinas que tan bien habían estudiado no transformaron sus corazones egoístas y orgullosos. Pablo también se refirió a ese problema: “Si tuviera profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe, de tal manera que trasladara los montes, y no tengo amor, nada soy” (1 Corintios 13:2). Y añadió en 1 Corintios 8:1: “El conocimiento envanece, pero el amor edifica”, traducido también como “el conocimiento nos vuelve orgullosos, mientras que el amor fortalece” (TLA). No se trata de cuánto sabemos o cuánto dinero tenemos, ni tiene que ver con observar reglas y lograr la fidelidad a los reglamentos, si bien estos son importantes, es más bien llegar a ser una nueva criatura, transformada desde adentro por el amor de Cristo.

Saulo de Tarso estaba lleno de fervor por la ley y “siendo mucho más celoso por las tradiciones”21 de sus padres, necesitó que ese encuentro con Jesús en camino a Damasco cambiara su corazón y pusiera en orden sus prioridades: un recordatorio de que la espiritualidad auténtica se desarrolla en la presencia de Dios.

La espiritualidad falsificada suele ser presumida. Los cristianos a veces esperan que Dios apruebe sus caminos y los bendiga aun cuando son negligentes, desobedientes o perezosos. Sostienen que “Es obra de Dios; no puede fallar”. Jeremías advirtió a los hijos de Israel: “No fiéis en palabras de mentira, diciendo: ‘¡Templo de Jehová, templo de Jehová, templo de Jehová es este!’” (Jeremías 7:4). Elena White escribió: “Nehemías no creyó que había cumplido su deber cuando lloró y rogó al Señor. Unió a sus peticiones un esfuerzo santo y trabajó con fervor y oración por el éxito de la empresa en la cual se empeñaba. La consideración cuidadosa y planes bien madurados son tan necesarios hoy para las realizaciones sagradas como en el tiempo en que fueron reedificados los muros de Jerusalén”22

Los fideicomisarios de las escuelas adventistas no pueden darse el lujo de ser caprichosos o arbitrarios. No tienen que usar sus propias opiniones para recomendar que se discipline a empleados o estudiantes. Hace un par de décadas, la directora de una escuela de iglesia, una de las mejores educadoras de la asociación, fue expulsada simplemente por la junta de la escuela local porque había pedido pizzas para los estudiantes. Los miembros de la junta creían firmemente que un “verdadero adventista” no podía y no habría ofrecido ese “alimento dañino” a los estudiantes. En su justa indignación, votaron despedirla haciéndolo efectivo inmediatamente. Se requirió la firme intervención de los directivos de la asociación y mucha sabiduría para convencer a estos miembros de la junta que tenían que seguir el debido proceso, y que no se les permite expulsar por cualquier razón a un empleado cuyo trabajo fue asignado por la asociación. Las juntas escolares recomiendan la rescisión o el despido, pero solo en consulta con la organización que ha contratado a la persona (en este caso, la asociación local). Las normas que regulan un despido están expresadas en los reglamentos oficiales de la denominación y en las regulaciones del gobierno.23

La espiritualidad auténtica lleva el fruto del Espíritu

Si alguien es llamado a ser miembro de la junta, a esa persona se le ha confiado un gran privilegio que conlleva responsabilidades. “Lo que se requiere de los administradores es que cada uno sea hallado fiel” (1 Corintios 4:2). José, Daniel y Nehemías fueron líderes espirituales de éxito que también pueden ser de inspiración para los miembros de junta. Fueron diligentes, fieles, honestos, valientes y prudentes. Su sólida fe los motivó a prepararse cuidadosamente, a planificar a conciencia y a ejecutar juiciosamente sus proyectos. Se sintieron convencidos de que no importa lo que hicieran, serían responsables ante el Señor y no los hombres (véase Colosenses 3:23). Demostraron “la sabiduría que desciende de lo alto”, descrita por Santiago como “pura […] pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía” (Santiago 3:13-18).

Los miembros de la junta no pueden darse el lujo de adoptar una actitud de descuido. Quedarse dormido en los controles o negar las duras realidades podría tener un impacto terrible en la vida de muchos y aun amenazar la viabilidad de la institución.

Los miembros de junta espirituales poseen grandes expectativas. Creen que el pueblo de Dios debería ser cabeza y no cola.24 Esto se aplica en especial a la educación, un área en la que los miembros de junta exigen calidad, eficiencia, profesionalismo, honestidad, transparencia, imparcialidad y compasión. No tienen tolerancia hacia la incompetencia, el caos, la inmoralidad, la mediocridad o la corrupción. Tienen la convicción de que Dios está listo y dispuesto para llevar a cabo cosas extraordinarias para sus hijos.

“Dios hará cosas maravillosas por los que confían en él. El motivo por el cual los que profesan ser sus hijos no tienen mayor fuerza consiste en que confían demasiado en su propia sabiduría, y no le dan al Señor ocasión de revelar su poder en favor de ellos. El ayudará a sus hijos creyentes en toda emergencia, si ponen toda su confianza en él y le obedecen fielmente”.25

Nuestras elevadas expectativas, sin embargo, tienen que ser proporcionales al apoyo y los recursos que están disponibles para nuestros estudiantes y educadores. No es razonable tener las mismas expectativas para todos. “El lugar específico señalado para nosotros en la vida lo determinan nuestras aptitudes. No todos alcanzan el mismo desarrollo, ni hacen con igual eficiencia el mismo trabajo. Dios no espera que el hisopo adquiera las proporciones del cedro, ni que el olivo alcance la altura de la majestuosa palmera. Pero todos deberíamos aspirar a la altura a que la unión del poder humano con el divino nos permita alcanzar”.26

La carga excesiva de trabajo y el agotamiento prematuro son desafíos crónicos dentro del sistema adventista. Esperamos que los docentes estén disponibles durante toda la jornada escolar (a menudo sin descanso), y también por las noches y los sábados, y muchas veces también los domingos. A veces, se llama a los empleados para que se reporten aun en vacaciones. Las juntas escolares tienen que actuar de manera deliberada para animar a los administradores de la institución a que realicen esfuerzos para proteger el tiempo personal de los empleados y les den algo de espacio para renovarse y recargar sus baterías.

Uno de los pioneros de la Iglesia, el poderoso predicador Jaime White, estaba tan dedicado al trabajo que siempre estaba ocupado predicando, editando, visitando y presidiendo reuniones. Su amada esposa Elena le advirtió que a menos que frene un poco sus múltiples actividades, tendría graves problemas de salud, y hasta podría perder la vida. Jaime, sin embargo, no estaba listo para reducir sus actividades. Por ello, a los 44 años, sufrió un derrame que lo dejó paralizado. Cuando se mejoró unos pocos meses después, regresó a su atareada vida. A los 56 volvió a enfermarse y falleció a los 60 años. Un ministerio fructífero que podría haber servido a la iglesia durante muchos años más se vio así acortado.27

En francés, la gente suele decir, “L’excès en tout nuit”, que podría ser traducido como: “El exceso en todo es perjudicial”. El exceso y el extremismo son una estratagema sumamente efectiva del diablo en sus esfuerzos por seducir a los hijos de Dios y apartarlos de su glorioso destino. Uno de los frutos del Espíritu Santo es ἐγκράτεια (egkrateia), que significa temperancia, autocontrol, dominio propio, autonomía, fuerza interior o moderación.28 Es la virtud que ejemplifica la persona que, por medio del poder del Espíritu Santo, mantiene las cosas bajo control y no se deja llevar por las pasiones o circunstancias.

El consejo que Cristo dio a sus discípulos hace dos mil años sigue siendo válido hoy: “Venid vosotros aparte, a un lugar desierto, y descansad un poco” (Marcos 6:31). Elena White corroboró este mensaje con estos comentarios: “No es prudente estar siempre bajo la tensión del trabajo y la excitación, aun mientras se atiendan las necesidades espirituales de los hombres; porque de esta manera se descuida la piedad personal y se agobian las facultades de la mente, del alma y del cuerpo […]. Debemos tomar tiempo para la meditación, la oración y el estudio de la Palabra de Dios”.29 Hay momentos para trabajar duro, pero también hay momentos para relajarse y reponer las energías. Esa lección oportuna es relevante tanto para los miembros de la junta como para los empleados de la institución.

La función de la junta no es administrar la institución sino ser mayordomos atentos y orar por ella. Las juntas apoyan una cultura de prudencia que garantiza que las instituciones sigan las pautas y cumplan los reglamentos. Al igual que José en Egipto, los miembros de la junta garantizan que se haga provisión para cuando falte, haya recesión económica o catástrofes naturales. Se interesan en brindar instalaciones saludables y seguras para los estudiantes, el personal de la institución y las visitas.

Como mayordomos prudentes, los miembros de la junta garantizan que la institución no se embarque en iniciativas imprudentes o grandiosas. Se aseguran que ningún proyecto siga adelante sin un estudio de factibilidad y la planificación adecuada. Aprueban presupuestos conservadores pero visionarios, y exigen que la institución cumpla con las regulaciones del gobierno que no contradigan las instrucciones de la Biblia.30 Esperan del liderazgo de la institución un plan estratégico detallado, visionario y realista que se actualice anualmente, y aun participan en su creación. Jesús hizo la pregunta: “¿Quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que, después que haya puesto el cimiento, no pueda completarla y todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: ‘Este hombre comenzó a edificar y no pudo acabar’”(Lucas 14:28-30).

Una de las responsabilidades más importantes de la junta es seleccionar a líderes competentes y comprometidos con la institución. Los miembros de la junta no pueden permitirse esperar que el actual liderazgo no esté disponible para comenzar a pensar en posibles remplazos. Por eso es tan crucial planificar una sucesión. La junta y la administración tienen que actuar de manera deliberada para cultivar a largo plazo una diversidad de opciones de futuros líderes, tanto a nivel de la junta como también de la institución. Los grandes líderes espirituales planifican su propia sucesión: Josué estuvo listo para cuando Moisés los dejó. Elías fue mentor de Eliseo. Juan el Bautista dijo de Jesús: “Es necesario que él crezca, y que yo disminuya” (Juan 3:30). Bernabé preparó intencionalmente a Saulo y a Juan Marcos. Pablo entrenó a Tito y Timoteo para el ministerio. Las juntas deberían hacer lo mismo para garantizar la estabilidad y el desarrollo sostenido de sus instituciones, identificando sistemáticamente talentos prometedores y brindándoles oportunidades de crecimiento para futuros líderes potenciales.

Miembros de junta espirituales

Los miembros de junta que son espirituales dan la bienvenida a todos los estudiantes y empleados, aun con sus diferencias, como don de Dios. Los ven como hijos de Dios a pesar de su aptitud, sexo, etnia, nacionalidad o edad. Es necesario que los líderes sean accesibles, y que se los perciba listos y dispuestos a escuchar a los docentes, los porteros, los padres y los estudiantes. Los miembros de la junta guiados por el Espíritu promueven activamente la equidad, lo que podría traducirse como una representación y trato justos y equitativos a todos los grupos de personas en todos los niveles.31 Apoyan la misión mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día al adoptar una posición firme contra la discriminación y el trato preferencial. Son compasivos, y protegen a miembros vulnerables de la familia institucional. Deberían ser las voces de los que no tienen voz, en particular del huérfano, la viuda, el inmigrante, los niños y los ancianos.32

Las juntas a veces tienen que tomar decisiones difíciles que afectarán al personal, los estudiantes, las familias y aun la iglesia. Es una sagrada responsabilidad que tiene que ser acometida con humildad y oración. Esas decisiones pueden verse impulsadas por exigencias financieras, malas conductas de los empleados, asuntos de seguridad o iniciativas del gobierno.

La junta también podría simplemente reconocer que los tiempos han cambiado y que la institución necesita adoptar una nueva decisión. Puede que los miembros necesiten tomar acciones y decisiones drásticas, efectuar cambios significativos o llevar a cabo una limpieza a fondo. Es allí donde se prueba la integridad de los miembros de la junta.

Los miembros de la junta no pueden darse el lujo de adoptar una actitud de descuido. Quedarse dormido en los controles o negar las duras realidades podría tener un impacto terrible en la vida de muchos y aun amenazar la viabilidad de la institución. No hay espacio para la complacencia. Los fideicomisos con una actitud de obtención o neutralidad deberían renunciar (o ser sacados) para dar lugar a mayordomos responsables que acepten con agrado sus responsabilidades sagradas: “Y si la trompeta diera un sonido incierto, ¿quién se prepararía para la batalla?” (1 Corintios 14:8).33 Aun la paciencia de Dios tiene sus límites. El mismo manso y bondadoso Jesús supo cuándo era tiempo de limpiar el templo.34 Saltó a la acción de una manera asombrosa. Los miembros de junta que no desean ser acusados de negligencia en su responsabilidad del deber son llamados a hacer lo mismo. Scott Cowen, presidente emérito de la Universidad Tulane, dio el siguiente consejo a los que querían ser “fideicomisarios efectivos”: “No tengan miedo de acometer a las vacas sagradas”. Y añadió: “Para liderar con integridad, necesitan tomar decisiones basadas en principios y que respondan a las realidades particulares que enfrentan”.35

En la cámara solitaria de sus almas, los fideicomisarios deben asumir el compromiso de tomar una posición por lo que es correcto y garantizar la integridad de la institución. En esos momentos cruciales, los miembros de junta buscarán la conducción divina, “ceñirán los lomos” de su entendimiento, y serán sobrios (1 Pedro 5:8), para actuar de manera oportuna mostrando sensibilidad, sentido común, sabiduría y determinación. “¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, lo halle haciendo así” (Mateo 24: 45, 46).

Conclusión: “¿Quién es suficiente para estas cosas?”36 

Debido a sus imperfecciones, se exhorta a los cristianos a que se humillen y redediquen sus corazones a Dios, pasando tiempo en oración y meditación y guardando la Palabra en sus corazones.37 Cuando los miembros de junta siguen esa amonestación, una espiritualidad vibrante se irradiará en las instituciones de la iglesia. Daniel desarrolló el hábito de orar tres veces al día.38 Nehemías ofreció una oración silenciosa en presencia del rey.39 José siempre sintió que estaba en la presencia de Dios.40 Job ofreció un sacrificio diario por sus hijos.41 Los miembros de junta deberían seguir el ejemplo de esos gigantes espirituales e interceder todos los días por los miembros de su familia y la familia de la institución. En Patriarcas y profetas se nos recuerda los desafíos del liderazgo, que solo pueden ser satisfechos con la oración. El autor ofrece aliento a los que son líderes:

“Nunca dejen de consultar la gran Fuente de toda sabiduría. Fortalecidos e iluminados por el Artífice maestro, se verán capacitados para resistir firmemente las influencias profanas y discernir entre lo correcto y lo erróneo, entre el bien y el mal. Aprobarán lo que Dios aprueba y lucharán ardorosamente contra la introducción de principios erróneos en su causa”.42

La promesa es segura: “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5). Dios está listo para hacer cosas extraordinarias para nuestras instituciones educativas. Todo depende de cuán listos estemos espiritualmente. La amonestación de Josué a los israelitas también se aplica a los fideicomisarios: “Santificaos, porque Jehová hará mañana maravillas entre vosotros” (Josué 3:5).


Este artículo ha sido sometido a una revisión de pares.

Bordes Henry Saturné

Bordes Henry Saturné, PhD, es Catedrático Asociado de liderazgo educativo y director del programa de administración de educación superior en el Departamento de Liderazgo de la Facultad de Educación de la Universidad de Andrews, en Berrien Springs, Michigan, EE. UU. El Dr. Saturné obtuvo una Maestría en Teología y un Doctorado (PhD) en Ciencias de Religión en la Universidad de Estrasburgo, en Francia. También obtuvo una Maestría en Educación en Atlantic Union College, en South Lancaster, Massachusetts, EE. UU. Durante los últimos 35 años, el Dr. Saturné ha servido como pastor, gerente general de una estación de radio, director y supervisor de escuelas, vice-rector de colegios y universidades en varios estados de Estados Unidos y en dos países: Nueva York, Massachusetts, Haití y Tailandia. Sus áreas de investigación se enfocan en los desafíos y oportunidades exclusivos de las instituciones educativas religiosas. El Dr. Saturné actualmente funge como presidente de la junta directiva de la Escuela Primaria Ruth Murdoch en Berrien Springs, Michigan.

Citación recomendada:

Bordes Henry Saturné, “Gobierno y espiritualidad: El profundo impacto de la salud espiritual de los miembros de la junta sobre las instituciones que gobiernan”, Revista de educación adventista Disponible en https://www.journalofadventisteducation.org/es/2019.81.1.2.

NOTAS Y REFERENCIAS

  1. Cada miembro individual de la junta tiene el poder de la influencia. Esto debería ser encomendado a Dios. Elena G. White escribió: “Cuanto más elevado sea el cargo que ocupe un hombre y mayor sea la responsabilidad que ha de llevar, más amplia será la influencia que ejerza y tanto más necesario será que confíe en Dios. Debe recordar siempre que juntamente con el llamamiento a trabajar le llega la invitación a andar con circunspección delante de sus semejantes. Debe conservar delante de Dios la actitud del que aprende. Los cargos no dan santidad de carácter. Honrando a Dios y obedeciendo sus mandamientos es como un hombre llega a ser realmente grande” (Profetas y reyes [Mountain View, Calif.: Pacific Press, 1957], 21). 
  2. Números 13:30: “Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: ‘Subamos luego, y tomemos posesión de ella, porque más podremos nosotros que ellos’”. A menos que se indique lo contrario, todos los textos bíblicos de este artículo pertenecen a la versión Reina-Valera 95® © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Usada con autorización. Todos los derechos reservados. 
  3. Véase George R. Knight, “Education for What? Thoughts on the Purpose and Identity of Adventist Education”, The Journal of Adventist Education (Octubre-Diciembre 2016): 6-12; y John Wesley Taylor V, “What Is the Special Character of an Adventist College or University?” ibíd. (Enero-Marzo 2017): 24-29. 
  4. Elena G. White, True Education: An Adaptation of Education by Ellen G. White (Nampa, Idaho: Pacific Press, 2000), 11. 
  5. Lucas 22:31, 32.
  6. Lou Solomon, “Becoming Powerful Makes You Less Empathetic”, Harvard Business Review (21 de abril de 2015): https://hbr.org/2015/04/becoming-powerful-makes-you-less-empathetic.
  7. Richard Exley, Perils of Power (Silver Spring, Md.: Ministerial Association, General Conference of Seventh-day Adventists, 1995), 66.
  8. Dan Allender, Leading With a Limp: Turning Your Struggles Into Strengths (Colorado Springs, Colo.: WaterBrook Press, 2006), 8, 9.
  9. Elena G. White, Liderazgo cristiano (Buenos Aires: Asoc. Casa Editora Sudamericana, 2003), p. 41.
  10. David Rousseau, “A Systems Model of Spirituality”, Journal of Religion and Science, 49:2 (Junio 2014): 476-508.
  11. Bruce W. Speck, “What Is Spirituality?” New Directions for Teaching and Learning, 2005:104 (Invierno 2005): 8.
  12. Duane Covrig, Janet Ledesma y Gary Gifford, “Spiritual or Religious Leadership: What Do You Practice? What Should You Practice?” Journal of Applied Christian Leadership 7:1 (2013): 104-113.
  13. Philip Kenneson, “What’s in a Name? A Brief Introduction to the ‘Spiritual but Not Religious’”, Liturgy 30: 3 (Julio 2015): 3-13.
  14. Joanna Crossman, “Secular Spiritual Development in Education From International and Global Perspectives”, Oxford Review of Education 29:4 (Diciembre 2003): 503-520.
  15. Wendy Cadge y Mary E. Konieczny, “Hidden in Plain Sight: The Significance of Religion and Spirituality in Secular Organizations”, Sociology of Religion 75:4 (Diciembre 2014): 551-563.
  16. Louis Fry y Mark Kriger, “Towards a Theory of Being-centered Leadership: Multiple Levels of Beings as Context for Effective Leadership”, Human Relations 62:11 (Septiembre 2009): 1681.
  17. Véase Hebreos 9.
  18. Véase Hechos 18:18-28.
  19. Véase Isaías 1:11-15.
  20. Traducción en Lenguaje Actual (TLA). Copyright © Sociedades Bíblicas Unidas, 2000. Usada con autorización.
  21. Véase Gálatas 1:14.
  22. White, Profetas y reyes, 468.
  23. El personal de educación (los docentes y los administradores) se encuentran bajo contrato con la asociación que los contrató. Esto significa que la asociación es legalmente responsable por el empleo, el despido o cualquier otro cambio en el estatus de empleo del personal educativo. El personal no docente (por ej., del comedor o los que hacen portería o mantenimiento) suelen ser contratados por la institución, lo que hace que la administración sea responsable de los términos del empleo. Por ello, las juntas de las escuelas locales tienen que consultar con el departamental de educación de la asociación local toda vez que la recomendación de un voto tenga un impacto sobre el empleo del personal educacional. En el Manual de la iglesia, el Código de Educación Primaria y Secundaria y diversos reglamentos eclesiástico-administrativos y regulaciones oficiales. Véase también Charles McKinstry, “The Firing of Mary Mediocre: The Case for Due Process at the School Board”, The Journal of Adventist Education 70:5 (Verano 2008): 16-19.
  24. Deuteronomio 28:13.
  25. Elena G. White, Patriarcas y profetas (Mountain View, Calif.: Pacific Press, 1954), 526.
  26. __________, La educación (Buenos Aires: Asoc. Casa Editora Sudamericana, 1988): 267.
  27. __________, Testimonios para la iglesia (Doral, Fl.: Asoc. Publ. Interamericana, 2003), 1:101-103; Virgil Robinson, James White (New York: Teach Services, 2005), 171-178.
  28. Gálatas 5:23. Véase Sam Williams, Galatians (Nashville, Tenn.: Abingdon Press, 1997), 151; editado por Gerhard Kittel, Theological Dictionary of the New Testament (Grand Rapids, Mich.: Eerdmans Publishing Co., 1964), II:339-342.
  29. Elena G. White, El Deseado de todas las gentes (Mountain View, Calif.: Pacific Press, 1955): 329.
  30. Romanos 13: 1-7; Hechos 5:27-29.
  31. Isaías 56; Hechos 10:34; Romanos 2:11-16; Apocalipsis 7:9 and 14:6.
  32. Véase Hechos 10:34, 35; Miqueas 6:8; Levítico 19:20; y Deuteronomio 10:17-19.
  33. Los directivos de la junta pueden presionar amablemente a los miembros incompetentes, animándolos ya sea a asumir sus responsabilidades más seriamente o abandonar tranquilamente el cargo para que los remplace alguien que tenga el tiempo, el interés y las habilidades que le permitan contribuir significativamente al progreso de la institución. El acta constitutiva y los estatutos de algunas instituciones contienen provisiones relacionadas con las ausencias excesivas de los miembros de junta o su fracaso persistente al apoyar la institución.
  34. Marcos 11:15-18.
  35. Scott Cowen, “Want to Be a Really Effective Trustee?” Higher Education Today (Julio 2012): https://www.higheredtoday.org/2018/07/11/want-really-effective-trustee/.
  36. Véase 2 Corintios 2:14-17.
  37. Salmos 119:11.
  38. Daniel 6:10.
  39. Nehemías 2:4.
  40. Génesis 39:2-5.
  41. Job 1:5.
  42. White, Profetas y reyes, 21.