Marco1 se inscribió en un gimnasio, creyendo que el ejercicio le ayudaría a disminuir los efectos del estrés. Acababa de comenzar el primer año de la universidad, y la transición le estaba resultando difícil. Marco se comprometió a ir al gimnasio día por medio, por sus beneficios psicológicos a la salud. Como resultado, su humor mejoró, sintió menos ansiedad y estrés, y se sintió físicamente más fuerte. Sin embargo, con el tiempo, esos beneficios se volvieron cada vez más difíciles de lograr. Por lo tanto, Marco comenzó también a correr. Los días que no se ejercitaba, se le hacía difícil concentrarse durante las clases, y no sentía tanto placer participando de actividades que antes había disfrutado. Como resultado, decidió incrementar sus ejercicios y carreras a dos veces por día, faltando a veces a clase para ir al gimnasio. Pronto, lo único en que podía pensar era el ejercicio, y en hallar maneras de participar de más actividades físicas para lograr el mismo nivel de reducción del estrés.

Los hábitos de ejercicio de Marco comenzaron a interferir con su vida social y con su desempeño académico. Comenzó a bloquear las llamadas telefónicas de sus amigos toda vez que estaba en su rutina de ejercicios. Debido al estrés que le causaba su cada vez peor desempeño académico y a la falta de apoyo social, Marco incrementó aún más su ya sustancial rutina de ejercicios. Marco finalmente perdió tantas materias que tuvo que abandonar los estudios.

La adicción al ejercicio puede producirse cuando los estudiantes viven en el hogar o en un ambiente en el que son responsables de sus propios horarios, y cuentan con mínima supervisión. Los educadores, el personal de la institución y los padres necesitan ser conscientes de las señales de advertencia y conductas de adicción al ejercicio para planificar una intervención oportuna. Las instituciones educativas pueden brindar pautas a los estudiantes con respecto al equilibrio entre una cantidad moderada de ejercicio con otras actividades necesarias, para que puedan adoptar un enfoque integral para cuando les toque crear su propio cronograma de actividades diarias.

Naturaleza de la adicción al ejercicio

El ejercicio tiene muchos beneficios físicos y psicológicos: Disminuye la resistencia a la fatiga, mejora la fuerza muscular, reduce la incidencia de afecciones cardiovasculares, disminuye los riesgos de depresión, y reduce los efectos del envejecimiento.2 Estos beneficios pueden ser logrados si se llevan a cabo ejercicios moderadamente intensos durante 30 minutos, de tres a cinco veces por semana.3 Sin embargo, la actividad física excesiva (definida por Landolfi como algo que consume la mayor parte del tiempo disponible para una persona) tiene efectos negativos que pueden transformarse en adicción al ejercicio.4 Por ejemplo, en un estudio, los alumnos de ciencias deportivas mostraron un riesgo mayor de sufrir adicción al ejercicio en comparación con la población en general.5

La adicción al ejercicio no está reconocida por el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5).6 Este tipo de conducta es definida, mas bien, como una adicción conductual. Aunque no existe una definición uniforme de adicción al ejercicio, los investigadores suelen referirse a los siguientes síntomas: un fuerte deseo de actividad física que resulta en conductas excesivas e incontrolables de práctica de ejercicio, lo que produce síntomas fisiológicos y psicológicos tales como la ansiedad y la depresión.7 (Véase Recuadro 1). Hausenblas y Downs8 identificaron que la adicción al ejercicio incluye los mismos criterios básicos diagnosticados en las adicciones conductuales, lo que incluye tolerancia, síntomas de abstinencia, falta de control, efectos de intencionalidad, tiempo, menor participación en otras actividades, y continuidad.9

Prevalencia y factores de riesgo

Millones de personas ejercitan cada día por obtener los beneficios a la salud. La vasta mayoría de ellos no encajaría en la definición de adicción.10 Un estudio de la población en general llevado a cabo en 2012 en Hungría encuestó a un grupo de 474 personas que hacían ejercicio al menos una vez al mes y determinó que solo el 0,5 por ciento de ellos tenía riesgos de desarrollar adición al ejercicio.11 Sin embargo, en términos de prevalencia, las investigaciones han producido resultados variados. Hausenblas y Downs12 informaron que entre el 3,4 % y el 13,4 % de la muestra de estudiantes universitarios, la mitad de los cuales participaba de deportes, corría riesgos de adicción al ejercicio. Una muestra de estudiantes de ciencias del deporte y psicología identificó que el 3 % tenía un riesgo elevado de adicción al ejercicio, sobre la base de la Encuesta de Adicción al Ejercicio (EAI) preparada por los autores.13

Sin embargo, entre las personas conectadas con deportes de recreación, la prevalencia parece ser más elevada. Szabo y Griffiths14 hallaron que el 6,7 % de los estudiantes de ciencias del deporte sufrían riesgo de adicción al ejercicio, y Blaydon y Lindner15 informaron que el 30,4 % de los triatletas podía ser identificado como adicto al ejercicio, sobre la base del Cuestionario de Dependencia del Ejercicio (EDQ).16

En otro estudio de corredores, los investigadores concluyeron que el 26 % de los hombres y el 25 % de las mujeres podían clasificarse dentro de la adicción al ejercicio.17 Este hallazgo concordó con otra investigación que halló una mayor prevalencia de adicción al ejercicio en los hombres (al igual que Marco, al comienzo de este artículo) y entre los estudiantes universitarios.18 Asimismo, un estudio en atletas universitarios hispanos, lo que incluye estudiantes relacionados y no relacionados con los deportes, con un grupo de ultramaratonistas, aplicándoles la psicometría de la Encuesta de Adicción al Ejercicio (EAI), halló que los hombres mostraron un nivel más elevado que las mujeres, y que los ultramaratonistas tuvieron un índice más elevado que ambos grupos de estudiantes universitarios.19

La prevalencia del riesgo de la adicción al ejercicio fue del 7 al 10 % en los atletas universitarios, y del 17 % en los ultramaratonistas. Aunque la mayoría de estudios sobre adicción al ejercicio han incluido a los adultos, un estudio llevado a cabo por Downs, Savage y DiNallo mostró que la adicción al ejercicio también estaba presente entre los adolescentes. De su muestra de 805 estudiantes de nivel secundario, el 6 % fue clasificado como en riesgo de sufrir adicción al ejercicio. Sin embargo, entre los muchachos, el 8 % fue clasificado como en riesgo de adicción al ejercicio, comparado con solo el 4 % de las señoritas.20 Esto repitió hallazgos previos de Villella et al., quien encuestó a 2,853 estudiantes de entre 13 y 20 años. El estudio clasificó a 10,1 % de los varones con riesgo de sufrir adicción al ejercicio, en comparación con el 6,3 % de las mujeres.21

Desarrollo y etiología

Se ha señalado que las personas se vuelven adictas al ejercicio debido a los mecanismos fisiológicos que incluye el ejercicio, tales como la euforia que experimentan muchas personas durante el ejercicio intenso.22 El ejercicio intenso, definido como del 70 al 90 por ciento del ritmo cardíaco, produce la activación del sistema opioide endógeno, lo que induce a una significativa concentración de endorfina.23 Esto actúa como un reforzador que actúa posterior al ejercicio y, en consecuencia, la persona comienza a desear nuevamente ese estado de ánimo causado por la liberación de esa sustancia similar a un opioide. Esto produce un ciclo continuado, debido a que ese estado de ánimo agudizado no dura mucho tiempo.

Sin embargo, otra teoría sobre la etiología de la adicción al ejercicio emplea una explicación psicológica. Morris et al.24 hallaron que los corredores regulares (los que corren al menos tres veces por semana) que dejaron de correr mostraron una mayor disfunción social, síntomas somáticos, y ansiedad en tan solo una semana, en comparación con los que siguieron corriendo. Los investigadores han señalado que la probabilidad de que los ejercicios habituales se transformen en adicción al ejercicio se incrementa para las personas que se ejercitan con el objetivo de escapar de sentimientos desagradables.25 Para ellos, el ejercicio ofrece un escape de un estrés perturbador, persistente e incontrolable.26

Sobre la base de esta teoría, estudiantes de todos los niveles pueden correr riesgo de ser adictos al ejercicio, debido a los diversos estresores académicos que enfrentan, y a las presiones sociales por parte de amigos y otros estudiantes.27 Por lo tanto, aprenden a usar el ejercicio como mecanismo de afrontamiento, sintiéndose convencidos de que el ejercicio es un medio saludable de hacer frente al estrés, según se recomienda en las instituciones educativas y los medios.28 Como resultado, algunos jóvenes pueden racionalizar sobre sus cantidades exageradas de ejercicio, que lentamente terminan costándole a las obligaciones académicas y las actividades diarias normales. Esto hace que experimenten sentimientos psicológicos negativos tales como la irritabilidad, la ansiedad y la culpa en caso de que un evento impredecible les impida ejercitarse.29 La pérdida de su mecanismo de afrontamiento, el ejercicio, genera una mayor percepción de la vulnerabilidad ante el estrés, lo que amplifica el sentimiento negativo asociado con la falta de ejercicio. Esta presión hace que el joven reanude su excesivo régimen de ejercicio a expensas de sus obligaciones diarias, lo que incluye su vida académica, lo que provoca mayor estrés, atrapando en último término al estudiante en un círculo vicioso.30

Las investigaciones sobre la prevalencia de adicción al ejercicio se ven complicadas por varios factores como la presencia, en la mayoría de los casos, una presencia concomitante con otros trastornos. Por ejemplo, los estudios han mostrado fuertes vínculos entre la adicción al ejercicio y diversas formas de trastornos de la alimentación.31 En un estudio que incluyó a 125 parisinos de ambos sexos que se identificaron como adictos al ejercicio, el 70 % dijo ser bulímico.32 Otro estudio que analizó a los triatletas informó que el 52 % de la muestra podría ser clasificado dentro de los adictos al ejercicio.33 De ellos, el 50 % de las mujeres fue clasificada con un trastorno de la alimentación, en comparación con el 27 % de los hombres.

Asimismo, los trastornos de alimentación a menudo son acompañados de elevados niveles de ejercicio físico, o adicción al ejercicio. Un estudio sobre adolescentes diagnosticados clínicamente como anoréxicos y bulímicos informó que el 80 % de los participantes anoréxicos participó de conductas adictivas hacia el ejercicio, en comparación con el 25 % de los adolescentes bulímicos.34 Por lo tanto, esta comorbilidad hace que sea difícil determinar qué adicción es en realidad el trastorno primario. Sin embargo, un estudio de 2004 buscó determinar si la adicción primaria o secundaria al ejercicio podría ser considerada como un trastorno distintivo e independiente.35 Los investigadores descubrieron que no solo la adicción primaria se diferencia de la adicción secundaria al ejercicio, sino también que la adicción al ejercicio puede existir sin que esté presente un trastorno de la alimentación.36

La adicción al ejercicio no es un trastorno separado en el DSM-5 y, por lo tanto, no existen herramientas diagnósticas. En su lugar, hay solo instrumentos desarrollados por investigadores para determinar si un individuo puede ser clasificado como alguien que sufre una adicción al ejercicio. Esto produce diferencias en la epidemiología y las estimaciones de prevalencia entre los diversos investigadores.37 Varios estudios han examinado la relación entre la personalidad y la adicción al ejercicio. Hausenblas y Giacobbi38 hallaron una correlación positiva entre el perfeccionismo y los síntomas de adicción al ejercicio. Otros investigadores han hallado que la obsesividad-compulsividad y la ansiedad poseen una relación positiva con la adicción al ejercicio.39

Consecuencias de la adicción al ejercicio

Al igual que con muchas adicciones de la conducta, una consecuencia seria de la adicción al ejercicio es el menor tiempo que se dedica a participar de actividades sociales, recreativas y espirituales, así como la falta de concentración en el trabajo y el colegio.40 El exceso de ejercicio también puede incrementar el riesgo de lesiones. Los estudios han hallado que los individuos con adicción al ejercicio seguirán practicándolo aun cuando sufran una lesión, o incluso después de lesiones repetidas.41

Prevención

Algunos investigadores han identificado varias características preexistentes en los individuos que sufren adicción al ejercicio, tales como el neuroticismo, el perfeccionismo y la extraversión.42 Los individuos con elevado neuroticismo pueden tender a preocuparse en exceso con su salud y apariencia y, por lo tanto, participar de un exceso de ejercicio hasta el punto de la adicción.43 Asimismo, la adicción al ejercicio también posee una correlación positiva con la baja autoestima, que experimentan los que luchan con su identidad y se sienten inseguros y ansiosos.44 Los entrenadores, los padres, los instructores de ejercicios, los amigos y los compañeros son importantes a la hora de modelar la identidad personal en los más jóvenes.45 No debería resultar sorprendente que los individuos que desarrollan un compromiso de obligación con el ejercicio tienen mayores riesgos de una adicción al ejercicio.46

Dada la existencia de esta asociación, los padres, los educadores y los amigos tienen que monitorizar lo que dicen y hacen en presencia de los jóvenes que muestran una predisposición a la adicción al ejercicio.47 Los aportes positivos, tales como las felicitaciones por sus logros, y programas de ejercicios moderados diseñados con detenimiento son fundamentales para garantizar experiencias saludables de ejercicios para estos individuos.48 Los programas de ejercicios pueden consistir de 30 a 60 minutos de actividades aeróbicas continuas de entre tres a cinco días a la semana, que mantengan un ritmo cardíaco máximo del 50 al 85 % de las reservas del ritmo cardíaco. Las investigaciones muestran que los jóvenes pueden recibir beneficios a la salud de la actividad física si participan de tan solo 30 minutos de ejercicios aeróbicos por día.49

Las personas afectadas por la adicción al ejercicio a menudo muestran una preocupación extrema por su imagen corporal, el peso, y la conservación del control sobre su dieta.50 Los adultos solícitos pueden ayudar a impedir la adicción al ejercicio si ayudan a los niños a desarrollar una imagen corporal positiva. Y más tarde, cuando los jóvenes atraviesan los cambios de la pubertad, los padres y los educadores pueden ayudar a mejorar la imagen corporal de ellos si se muestran tolerantes y comprensivos, ofreciendo mensajes positivos y alentando el desarrollo de otras cualidades que mantengan la apariencia física en perspectiva. Al mismo tiempo, los adultos pueden contribuir a que las personas participen de conductas más sanas al comer y hacer actividades físicas si son modelos de conducta saludable, brindando un ambiente que facilita que los jóvenes tengan elecciones saludables, enfocándose menos en el peso y más en conductas y la salud en general, y brindando un ambiente de apoyo que mejore la comunicación.51

Sugerencias para el personal de la institución

Es probable que los estudiantes que experimentan adicción al ejercicio o trastornos de alimentación deberían ser derivados probablemente a profesionales de la salud mental. Sin embargo, los docentes y los directores pueden tomar diversas medidas para ayudar a identificar los riesgos y prevenir la adicción al ejercicio.

  • Crear mayor conciencia. Crear mayor conciencia siempre es el primer paso al tratar con cualquier tipo de problema o preocupación. Se debería informar al personal de la institución sobre señales potenciales de la adicción al ejercicio (véase Recuadro 2). Las instituciones educativas pueden ofrecer folletos y seminarios para ayudar a capacitar a los padres, de manera que se muestren más tolerantes, que brinden mayor apoyo y que alienten esas cualidades que incrementarán la autoestima del niño.52
  • Brinde modelos positivos. El personal de las instituciones educativas también puede brindar modelos positivos a los estudiantes al practicar y alentar estilos de vida saludables. Los niños que luchan contra el perfeccionismo o los trastornos obsesivos compulsivos están más propensos a participar de ejercicio físico compulsivo y, por lo tanto, ponerse en riesgo de conductas de adicción al ejercicio.53
  • Mantenga abiertas las líneas de comunicación. Cuando se sospeche que un estudiante podría tener una dependencia al ejercicio, los docentes y los rectores deberían notificar a los padres y dirigir al niño para que reciba servicios apropiados de consejería y aprenda métodos alternativos de regular sus emociones.54 Adoptar un enfoque multifacético para prevenir la adicción al ejercicio significa estimular a los estudiantes de manera que desarrollen estrategias que los eduquen sobre el ejercicio apropiado. Los docentes, educadores de la salud, entrenadores, instructores de aptitud física y otros profesionales deberían cooperar y mantener abierta la comunicación de manera de reconocer e intervenir cuando aparezcan las señales de adicción al ejercicio.
  • Use el currículum para enseñar conductas saludables. Los educadores y los instructores de salud o educación física pueden organizar cursos breves para estudiantes que afirmen los beneficios del ejercicio, pero también advierten que perder el control sobre la conducta propia puede ser en potencia tan peligroso para la salud como el uso erróneo o el abuso de cualquier sustancia peligrosa.55 Los cursos breves también deberían reiterar las creencias integrales del adventismo sobre el dominio propio y la moderación. Las iglesias locales también pueden llevar a cabo seminarios para crear mayor conciencia sobre el ejercicio apropiado y los pasos que pueden darse para prevenir la adicción al ejercicio.

Estrategias usadas por los profesionales de salud mental

Si un individuo es enviado a tratarse la adicción al ejercicio, los profesionales de salud mental tienen primero que ayudar a la persona para que sea consciente del problema y de la necesidad de tratamiento. A menudo se usan técnicas de entrevistas motivacionales para brindar ayuda a aquellos que la están buscando.56 Los profesionales de salud mental tienen que dejar en claro que el ejercicio excesivo puede tener consecuencias negativas, y que la actividad física tiene que ser modificada, moderada y controlada. El siguiente paso puede ser la terapia cognitiva conductual, que es por lo general la forma recomendada de tratamiento para muchos tipos de adicciones, lo que incluye la adicción al ejercicio.57 En esta situación, es clave para el éxito identificar y corregir los pensamientos negativos automáticos de la persona (por ej., he fracasado miserablemente porque no pude terminar a tiempo mi rutina de ejercicios), lo que resulta en conductas inadaptadas y emociones negativas.58

Los terapeutas licenciados también pueden recomendar nuevas formas de ejercicios, o brindar estrategias para moderar las actividades físicas. Dado que el ejercicio moderado es considerado un hábito saludable, un objetivo del tratamiento podría ser regresar al ejercicio moderado.59 Aunque los docentes no se sientan calificados para aplicar estos tipos de estrategias, siempre es bueno que ellos estén alertas para reconocer cuando un estudiante puede estar mostrando señales de adicción al ejercicio. Una vez que identifiquen el problema, los educadores necesitan derivar a los estudiantes a otros especialistas. Puede que se necesiten una evaluación psicológica completa y una intervención sostenida, de manera de prevenir conductas que puedan producir un ciclo de autodestrucción.

Conclusión

El ejercicio para promover la salud es un rasgo positivo que los adultos pueden usar para dar el ejemplo. Los docentes, administradores, padres y otros adultos en puestos de supervisión sobre los estudiantes deberían analizar el ejercicio al igual que se refieren a otras sustancias o actividades en potencia adictivas. Hay una cantidad apropiada que es óptima. Muy poco o demasiado puede tener efectos negativos. Cuando el ejercicio comienza a interferir en el estudio, tareas escolares, devoción personal o actividades sociales, los adultos relacionados con la vida del estudiante deberían tomar acciones apropiadas para educar y reorientar. La incapacidad de cambiar la conducta indica la necesidad de intervención profesional.

Identificar y responder a las preocupaciones de estudiantes que pudieran tener problemas con la adicción al ejercicio puede representar un desafío. Los empleados y educadores de instituciones puede que necesiten dedicar tiempo para observar la conducta estudiantil antes de elegir la intervención. El personal de la institución puede jugar un papel crítico para asegurarse de que los estudiantes ejerciten períodos apropiados de tiempo para prevenir el estrés, pero no tanto que interfiera con su salud y bienestar emocional. Los resultados puede que no sean inmediatos, pero con la ayuda de ambientes educacionales de apoyo, los estudiantes pueden adquirir habilidades que les permitan evaluarse a sí mismos y lograr el equilibrio entre el ejercicio y otras actividades necesarias.

Los docentes y los administradores de las instituciones educativas cristianas tienen la oportunidad de recordar a los estudiantes que Dios quiere lo mejor, y que él tiene un futuro positivo planificado para ellos (Jeremías 29:11, NVI).60 Cualquier carga que estemos soportando y que cause conductas autodestructivas es una carga que Jesús quiere llevar en nuestro lugar si tan solo así se lo pedimos (Mateo 11:28, NVI). Toda batalla con una conducta adictiva o autodestructiva es una batalla que no podemos ganar sin Cristo. Él nos pide que le entreguemos nuestras cargas, porque él cuida de nosotros (1 Pedro 5:7, NVI). Toda ayuda, aun en casos de adicción, proviene del Señor (Salmo 121:1-3, NVI). Cuando adultos solícitos enseñan esta verdad a los niños y adultos, estos pueden volverse a Dios para obtener la sabiduría que les permita evitar la adicción al ejercicio, y aun así continuar ejercitándose para obtener sus múltiples beneficios.


Este artículo ha sido sometido a la revisión de pares.

Tammy Bovee

Tammy Bovee, MSc, es dueña de Creative Fitness, LLC en Springfield (Oregón, Estados Unidos), donde se especializa en programas de ejercicio para individuos con discapacidades. Recibió su título en ciencias del ejercicio con énfasis en rehabilitación de la Universidad de California de Pennsylvania (Pennsylvania, Estados Unidos).

Amanda Gunn

Amanda Gunn, MSc, es la gerente del Laboratorio de Electrofisiología Cerebral de Electrical Geodesics, Inc., en Eugene (Oregón, Estados Unidos). Ella recibió su título de maestría en psicología con énfasis en desarrollo cognitivo de la Universidad de Oregón en Eugene (Oregón, Estados Unidos).

Citación recomendada:

Tammy Bovee and Amanda Gunn, “Ayudando a estudiantes experimentar los beneficios saludables del ejercicio,” Revista de Educación Adventista 42:1 (Abril–Mayo 2016). Disponible en https://www.journalofadventisteducation.org/es/2017.3.9.

NOTAS Y REFERENCIAS

  1. Un pseudónimo.
  2. Emilio Landolfi, “Exercise Addiction”, Sports Medicine 43:2 (Febrero 2013): 111-119.
  3. Ibíd.
  4. Ibíd.
  5. Attila Szabo y Mark D. Griffiths, “Exercise Addiction in British Sport Science Students”, International Journal of Mental Health and Addiction 5:1 (Enero 2007):25-28.
  6. American Psychiatric Association, Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-5®, 5ta. ed. (Madrid: Editorial Médica Panamericana, 2014).
  7. Heather A. Hausenblas y Danielle Symons Downs, “How Much Is Too Much? The Development and Validation of the Exercise Dependence Scale”, Psychology & Health 17:4 (Agosto 2002):387-404.
  8. Ibíd.
  9. Marilyn Freimuth, Sandy Moniz y Shari R. Kim, “Clarifying Exercise Addiction: Differential Diagnosis, Co-occurring Disorders, and Phases of Addiction”, International Journal of Environmental Research and Public Health 8:10 (Octubre 2011):4069-4081.
  10. Kata Mónok et al., “Psychometric Properties and Concurrent Validity of Two Exercise Addiction Measures: A Population Wide Study”, Psychology of Sport and Exercise 13:6 (Noviembre 2012):739-746.
  11. Ibíd.
  12. Heather Hausenblas y Danielle Symons Downs, “Relationship Among Sex, Imagery, and Exercise Dependence Symptoms”, Psychology of Addictive Behaviors 16:2 (Junio 2002):169-172.
  13. Mark D. Griffiths, Attila Szabo y Annabel Terry, “The Exercise Addiction Inventory: A Quick and Easy Screening Tool for Health Practitioners”, British Journal of Sports Medicine 39:6 (Julio 2005):e30.
  14. Szabo y Griffiths, “Exercise Addiction in British Sport Science Students”, op. cit.
  15. Michelle J. Blaydon y Koenraad J. Lindner, “Eating Disorders and Exercise Dependence in Triathletes”, Eating Disorders 10:1 (Primavera 2002):49-60.
  16. Jane Ogden, David Veale y Zelda Summers, “The Development and Validation of the Exercise Dependence Questionnaire”, Addiction Research 5:4 (1997):343-356.
  17. Heather A. Slay et al., “Motivations for Running and Eating Attitudes in Obligatory Versus Nonobligatory Runners”, International Journal of Eating Disorders 23:3 (Abril 1998):267-275.
  18. Hausenblas y Downs, “Relationship Among Sex, Imagery, and Exercise Dependence Symptoms”, op. cit.
  19. Attila Szabo et al., “Exercise Addiction in Spanish Athletes: Investigation of the Roles of Gender, Social Context and Level of Involvement”, Journal of Behavioral Addictions 2:4 (Diciembre 2013):249-252.
  20. Danielle Symons Downs, Jennifer S. Savage y Jennifer M. DiNallo, “Self-determined to Exercise? Leisure-time Exercise Behavior, Exercise Motivation, and Exercise Dependence in Youth”, Journal of Physical Activity and Health 10:2 (Febrero 2013):176-184.
  21. Corrado Villella et al., “Behavioural Addictions in Adolescents and Young Adults: Results from a Prevalence Study”, Journal of Gambling Studies 27:2 (Junio 2011):203-214.
  22. Jeremy Adams y Robert J. Kirkby, “Excessive Exercise as an Addiction: A Review”, Addiction Research & Theory 10:5 (Octubre 2002):415-438.
  23. Ibíd.
  24. Maria Morris et al., “Effects of Temporary Withdrawal From Regular Running”, Journal of Psychosomatic Research 34:5 (1990):493-500.
  25. Attila Szabo, Addiction to Exercise: A Symptom or Disorder? (New York: Nova Science Publishers, 2010).
  26. Ibíd.
  27. Eleanor R. Mackey y Annette M. Greca, “Adolescents’ Eating, Exercise, and Weight Control Behaviors: Does Peer Crowd Affiliation Play a Role?” Journal of Pediatric Psychology 32:1 (Enero/Febrero 2007):13-23.
  28. Attila Szabo, “The Impact of Exercise Deprivation on Well-being of Habitual Exercisers”, Australian Journal of Science and Medicine in Sport 27:3 (Octubre 1995):68-75.
  29. Ibíd.
  30. Ibíd.
  31. Steve Sussman, Nadra Lisha y Mark Griffiths, “Prevalence of the Addictions: A Problem of the Majority or the Minority?” Evaluation & the Health Professions 34:1 (Marzo 2011):3-56.
  32. Michel Lejoyeux et al., “Prevalence of Exercise Dependence and Other Behavioral Addictions Among Clients of a Parisian Fitness Room”, Comprehensive Psychiatry 49:4 (Julio/Agosto 2008):353-358.
  33. Blaydon y Lindner, “Eating Disorders and Exercise Dependence in Triathletes”, op. cit.
  34. Caroline Davis et al., “The Prevalence of High-levels of Exercise in the Eating Disorders: Etiological Implications”, Comprehensive Psychiatry 38:6 (Noviembre/Diciembre 1997):321-326.
  35. Michelle J. Blaydon, Koenraad J. Lindner y John H. Kerr, “Metamotivational Characteristics of Exercise Dependence and Eating Disorders in Highly Active Amateur Sport Participants”, Personality and Individual Differences 36:6 (Abril 2004):1419-1432.
  36. Ibíd.
  37. Krisztina Berczik et al., “Exercise Addiction: Symptoms, Diagnosis, Epidemiology, and Etiology”, Substance Use & Misuse 47:4 (Enero 2012):403-417.
  38. Heather A. Hausenblas y Peter R. Giacobbi, “Relationship Between Exercise Dependence Symptoms and Personality”, Personality and Individual Differences 36:6 (Abril 2004): ­1265-1273.
  39. Linda Spano, “The Relationship Between Exercise and Anxiety, Obsessive-Compulsiveness, and Narcissism”, Personality and Individual Differences 30:1 (Enero 2001):87-93.
  40. Landolfi, “Exercise Addiction”, op. cit.
  41. Mia Beck Lichtenstein et al., “Exercise Addiction: A Study of Eating Disorder Symptoms, Quality of Life, Personality Traits and Attachment Styles”, Psychiatry Research 215:2 (Febrero 2014):410-416.
  42. Jing-Horng Lu et al., “Exercisers’ Identities and Exercise Dependence: The Mediating Effect of Exercise Commitment”, Perceptual and Motor Skills 115:2 (Octubre 2012):618-631.
  43. Hausenblas y Giacobbi, “Relationship Between Exercise Dependence Symptoms and Personality”, op. cit.
  44. Grandi et al., “Personality Characteristics and Psychological Distress Associated with Primary Exercise Dependence: An Exploratory Study”, Psychiatry Research 189:2 (Septiembre 2011):270-275.
  45. Jing-Horng Lu et al., “Exercisers’ Identities and Exercise Dependence: The Mediating Effect of Exercise Commitment”, op. cit.
  46. Ibíd.
  47. Ibíd.
  48. Ibíd.
  49. Ian Janssen y Allana G. LeBlanc, “Systematic Review of the Health Benefits of Physical Activity and Fitness in School-aged Children and Youth”, International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity 7:40 (Mayo 2010):1-16.
  50. Blaydon y Lindner, “Eating Disorders and Exercise Dependence in Triathletes”, op. cit.
  51. Dianne Neumark-Sztainer, “Preventing the Broad Spectrum of Weight-related Problems: Working with Parents to Help Teens Achieve a Healthy Weight and a Positive Body Image”, Society for Nutrition Education 37:2 (Noviembre-Diciembre 2005):S133-S139.
  52. Ibíd.
  53. Huw Goodwin et al., “Compulsive Exercise: The Role of Personality, Psychological, Morbidity, and Disordered Eating”, International Journal of Eating Disorders 44:7 (Noviembre 2011):655-660.
  54. Huw Goodwin, Emma Haycraft y Caroline Meyer, “The Relationship Between Compulsive Exercise and Emotion Regulation in Adolescents”, British Journal of Health Psychology 17:4 (Marzo 2012):699-710; Berczik et al., “Exercise Addiction: Symptoms, Diagnosis, Epidemiology, and Etiology”, op. cit.
  55. Krisztina Berczik et al., “Exercise Addiction: Symptoms, Diagnosis, Epidemiology, and Etiology”, Substance Use & Misuse 47:4 (Enero 2012):403-417.
  56. William R. Miller y Stephen Rollnick, Motivational Interviewing: Preparing People for Change, t. 2 (New York: Guilford Publications, 2002).
  57. Freimuth, Moniz y Kim, “Clarifying Exercise Addiction: Differential Diagnosis, Co-occurring Disorders, and Phases of Addiction”, op. cit.
  58. Ibíd.
  59. Mark D. Griffiths, “A ‘Components’ Model of Addiction Within a Biopsychosocial Framework”, Journal of Substance Use 10:4 (Julio 2005):191-197.
  60. Jeremías 29:11 (NVI). Las referencias bíblicas que dicen NVI pertenecen a La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® Copyright © 1986, 1999, 2015 de Bíblica, Inc.
  61. Usada con permiso. Todos los derechos reservados.